En el escrito el trabajador de la prisión relata el maltrato personal al que lo ha sometido el director del centro, al que la madre acusa de llamarlo “maricón” y hacerle la vida imposible
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha decidido investigar las circunstancias que llevaron a un enfermero de la cárcel de Alcalá-Meco, de 36 años, a quitarse la vida este domingo en su domicilio a base de pastillas.
El enfermero ha dejado una carta en la que explica su suicidio en el maltrato personal al que se ha visto sometido en los últimos meses por parte del director del centro, José Comerón, y sus colegas del área de Enfermería.
En el escrito asegura que ha sido víctima de insultos por parte del director Comerón, al que tacha de “machista y homófobo”, y asegura que en ocasiones le dijo a él y a otras personas que exhibía “demasiada pluma”, según confirmó a FUENTES INFORMADAS su propia madre.
La víctima trabajó en la enfermería de Alcalá Meco durante unos dos años y medio, pero el pasado junio se trasladó a la de Navalcarnero huyendo del acoso sufrido en la de Meco y de hecho en su carta de despedida se refiere a sus duras vivencias en la prisión de Meco hasta junio como causante de su triste decisión de quitarse la vida, según matizan los citados medios.
El enfermero, hijo único, estaba estudiando, aparte de su empleo como enfermero, el tercer curso de Derecho porque tenía intención de realizar las oposiciones para juez.
Impacto de la noticia
Tras la publicación en FUENTES INFORMADAS de la información sobre el triste fallecimiento del enfermero, las redes sociales de prisiones se convirtieron en un hervidero de comentarios sobre el suceso. Entre lágrimas, la madre, que ayer incineró a su hijo tras velarle durante toda la jornada del lunes en un tanatorio de Madrid, confirmó que a su hijo le habían amargado la vida por su orientación sexual tanto el director como dos enfermeras colegas de su hijo.
El ministro Marlaska ha señalado a este periódico que iba a investigar las circunstancias de esta muerte.
El enfermero, cuyo nombre empieza por la inicial S., denunció hace meses ante la inspección de la Secretaría de Estado de Instituciones Penitenciarios, que dirige Ángel Luis Ortiz González, las coacciones de sus compañeros y las continuas vejaciones a las que le sometía el director José Comerón. “Se metía con su vestimenta y no se reprimía a la hora de llamarle maricón”, destacó la madre.
Denuncia por homofobia
El sanitario denunció por homofobia y trato sumamente descortés tanto al director como a dos enfermeras colegas suyas.
El enfermero se quitó este domingo la vida en su domicilio a base de pastillas, justo después de que los servicios de inspección de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias archivarán hace unos días la citada denuncia contra Comerón y las otras dos sanitarias de Meco que, según cuenta la madre, también le insultaban e igualmente “le hacían la vida imposible”.
La madre está meditando si adopta algún tipo de medida judicial contra el director y las dos enfermeras que “han hecho la vida imposible a mi hijo”, señalaba ayer, con lágrimas en sus ojos. La madre confirmó que su hijo había dejado una carta en la que dice que se va porque no aguantaba más la presión, los insultos y la incomprensión a la que estaba sometido, y en la que acusa al director de “machista y homófobo”, entre otras cosas.
Noticia viral
Entre los trabajadores de las prisiones la noticia se hizo viral y fue muy comentada. Muchos funcionarios culpan al director de negligencia por esta muerte y de, en lugar de poner freno al acoso que sufría el enfermero, atizarlo con comentarios homófobos hacia su persona. Entre ellos, que se le notaba “demasiado la pluma”. También hubo quejas contra el secretario general de Prisiones, Ángel Luis Ortiz, que mantiene a Comerón como director, pese a los continuos sucesos que se producen en Meco, no por méritos, sino porque son amigos.
Comerón es el director al que hace unos meses se le escapó un peligrosísimo interno, apodado El Pastillas. Aprovechando las visitas de familiares, pasó los tornos de control de la puerta principal sin que nadie se fijara en él, delante de varios funcionarios.