Los estudiantes de universidades públicas lanzan la voz de alarma. La Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas (CREUP) advierte que la subida de precios de las habitaciones y la escasez de residencias están poniendo en riesgo la igualdad de oportunidades. Según la organización, la crisis habitacional ya condiciona la elección de universidad. Muchos jóvenes no pueden decidir en función de su vocación o del programa académico. Lo hacen según lo que pueden pagar por un alquiler.
El coste de una habitación ha subido un 14% en el último año. Hoy, el precio medio ronda los 600 euros en Barcelona y los 550 en Madrid. Para miles de estudiantes, estas cifras suponen un obstáculo real para acceder a la educación superior. Las residencias universitarias tampoco alivian la situación. La ocupación supera el 97% y en muchos casos los precios superan los 1.000 euros al mes. CREUP denuncia que esta falta de alternativas asequibles obliga a renunciar a primeras opciones de estudio. «La vivienda no puede ser la barrera que determine quién accede a la universidad», sostienen.
Ante este panorama, los estudiantes piden medidas concretas y coordinadas. CREUP reclama un plan nacional que aumente la red de residencias públicas. También demanda regulación de los precios del alquiler en ciudades universitarias y más becas o ayudas específicas que compensen los elevados costes de alojamiento. La organización advierte que las soluciones parciales no son suficientes. La crisis requiere una estrategia conjunta entre Gobierno, comunidades autónomas, ayuntamientos y universidades. Además, subrayan que los estudiantes deben tener voz en la toma de decisiones, según ha publicado Europa Press.
Según CREUP, solo con un compromiso firme se podrá garantizar que la universidad siga siendo una herramienta de movilidad social. Sin ello, advierten, el acceso a la educación superior se convertirá en un privilegio reservado a quienes pueden costearlo. La organización hace un llamado urgente a que la vivienda estudiantil deje de ser un obstáculo y pase a ser un derecho protegido.
La situación evidencia que la educación pública necesita más que discursos. Requiere inversión, planificación y diálogo real con quienes viven día a día las dificultades. Los estudiantes no quieren soluciones temporales. Exigen cambios concretos que garanticen igualdad, acceso y permanencia en la universidad para todos, independientemente de su capacidad económica.