A nadie ya le cabe la menor duda de que el comunismo mejora sustancialmente a las personas siempre que, como es natural, esas personas sean dirigentes/as del partido. Así, nuestra ministra de Trabajo y vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, vive desolada en un ático del Paseo de la Castellana de 413 metros cuadrados. Desolada porque, al ser gallega, no ve el mar y eso la hunde en una desacostumbrada navegación de tierra. Los fundadores de Podemos en una casa grande de Galapagar, con custodios y silencios alrededor: han puesto un bar para que puedan llegar a fin de mes y pagar así la hipoteca. El exministro de consumo, de sabroso menú en su convite de bodas, vive también en una maravilla de piso, ajeno ya a las limitaciones de Izquierda Unida, con tanta estrechura en su legislación interna…
Hace unos días, un concejal comunista de Alcorcón se ha puesto coche y chófer oficial porque… él no tiene carné de conducir.
Me recuerda aquel concejal que aparcó su coche en la Puerta del Sol y fue interpelado por un guardia al que contestó el intruso: “No sabe usted que yo soy un concejal de Cuenca”.
-Aquí en Madrid un concejal de Cuenca carece de importancia.
-Y allí también, le contestó el munícipe agredido.