Durante los próximos tres días y a lo largo de su recorrido, veremos la Luna un poco más grande de lo habitual, concretamente un 15 por ciento.
Este fenómeno astronómico se debe a que con el otoño aparecen ciertas rarezas -o maravillas- de singular atractivo y especial significación. Ese es el caso de la Luna del Cazador, que es la primera luna llena que emerge del horizonte tras el equinoccio de otoño.
Mañana domingo, día 9 de octubre, la luna despegará por el este hacia su desaparición por el oeste en un cielo menos oscuro, distinguiéndose con nitidez dos acompañantes con nuestro satélite, Júpiter y Marte.
Que ahora y los próximos días esté un poco más cerca que el resto de los días del año, a 376.000 kilómetros de la Tierra, no significa que sea una súper luna. Esto ocurre cuando la fase de luna llena coincide con el perigeo, que es el momento en el que la luna se encuentra más cercana a nuestro planeta azul.
La próxima súper luna ocurrirá el día 23 de diciembre de 2022, durante su fase de luna nueva y, exactamente, a una distancia de 358.269 kilómetros del centro de La Tierra. Estas diferencias en las distancias se deben a que su órbita es elíptica. Pero unos kilómetros más o menos no van a impedir ahora un tamaño y un brillo excepcionales; un 30 por ciento más de resplandor desde hoy hasta el martes día 11 de octubre.
Se cree que todos los seres humanos estamos alineados con las energías lunares por lo que, inconscientemente, nos limpiamos y cargamos con su ciclo. Por eso, los días de luna llena son especialmente indicados para bailar, liberar represiones, analizar nuestro interior y dejar ir lo que emocionalmente no nos sirve, así como comprobar nuestros progresos y metas cumplidas, pues comienza otro ciclo que supone una nueva oportunidad para futuros objetivos.
Sin embargo, debemos abandonar la acción durante estos días -especialmente indicados a la reflexión-, pues podemos equivocarnos al actuar impulsivamente con reacciones exageradas o descontroladas, adoptando decisiones erróneas o cometiendo equivocaciones. Por lo que una actividad contemplativa y de análisis resulta ser la mejor opción, dándole la oportunidad a que nos contagie de su energía para expresarla luego, en el momento adecuado.
Su nombre, la Luna del Cazador, proviene de las condiciones climáticas de los primitivos pueblos del noroeste de América del Norte y de Canadá, que les brindaba un mayor éxito de las capturas por avistamiento de animales en condiciones más ventajosas que el resto del año. Oportunidad que se incrementaba por la circunstancia de haber sido ya cosechados los campos de cultivo.
Dejemos, pues, a los cazadores con lo suyo y, nosotros, bailemos.