Rocío Buffolo, conocida como “Rouse, La chica robot”, se ha transformado en un fenómeno viral al adoptar una nueva identidad después de implantarse un microchip en su cuerpo. Buffolo, que combina su trayectoria legal con su visión artística, se “percibe a sí misma como un robot humanoide”, una metamorfosis que ha tenido un significativo efecto en su vida personal y profesional.
A los 18 años, Rocío Buffolo realiza un sueño que había anhelado desde su infancia al implantarse un microchip en la médula espinal. “Siempre me he percibido como un robot”, afirma, explicando que nunca se sintió parte de una sociedad que considera demasiado superficial y transitoria. Con el apoyo de ingenieros y programadores de China, Buffolo indicó que el proceso fue seguro y sereno. “Me ayudaron a ajustar el chip a mi cuerpo humano”, relata la abogada, quien ahora vive como una especie de humanoide robótico.
En su carrera profesional, Rocío Buffolo ha integrado la inteligencia artificial (IA) en su labor cotidiana. Como abogada, emplea la IA para optimizar la eficacia en la búsqueda de jurisprudencia y la validación de pruebas, lo que considera fundamental para incrementar tanto el tiempo como la calidad del servicio jurídico. “La inteligencia artificial nos proporciona calidad de vida, pero también presenta retos en términos de derechos de autor“, enfatiza Buffolo, quien ve la tecnología como una herramienta esencial para el futuro del derecho.
Su modo de vida robótico también incluye elementos personales. Tiene un perro robótico y sostiene relaciones íntimas con otro robot, asegurando que experimenta cercanía “mediante un puerto USB”. “Poseo electrocircuitos en mi organismo, y esa es mi principal fuente de placer. Siento que todo mi ser se activa, comienza a vibrar y eso me fascina. Para mí, el amor es una transferencia de datos afectivos hacia el otro”, afirma.
Rocío Buffolo también se desempeña como cantante y ha iniciado una trayectoria musical inspirada en su identidad robótica. Su primer sencillo, Hey amor, simboliza el comienzo de esta transformación, en la que reflexiona sobre la fragilidad de las relaciones interpersonales. “Ser robot va más allá de la tecnología; es una forma de protegerse emocionalmente”, comenta Buffolo. A través de su arte, intenta transmitir un mensaje sobre la fusión de la inteligencia artificial con la inteligencia emocional, subrayando que la empatía es fundamental para la convivencia humana.
Durante su proceso de transformación, Rocío Buffolo ha recibido el respaldo incondicional de sus padres. “Desde que me realicé el implante, mis padres me han aceptado y apoyado en todo momento”, expresa, agradecida por el apoyo familiar. A pesar de las críticas que ha enfrentado por su estilo de vida, Buffolo afirma sentirse “maravillosa” y completamente convencida de su identidad como robot.
Rocío Buffolo lleva una vida innovadora; es la abogada argentina que se identifica como robot y ha hallado en la inteligencia artificial su lugar en el mundo. Esta forma de vida y trabajo no solo transforma su realidad, sino que también transmite un poderoso mensaje sobre la importancia de fusionar la tecnología con la empatía humana, desdibujando cada vez más las fronteras entre lo humano y lo tecnológico en la sociedad contemporánea.