El polietileno constituye una preocupación ambiental significativa que contribuye mayormente a la contaminación plástica global
Investigadores del Instituto Politécnico Rensselaer han alcanzado un hito científico al desarrollar una cepa de bacteria capaz de convertir desechos plásticos, como el polietileno utilizado en artículos de un solo uso, en una versión biodegradable de la “seda de araña”. El estudio, detallado en Microbial Cell Factories, marca la primera vez que se emplean bacterias para transformar este tipo de plástico en un producto proteico de alto valor.
Denominada por los investigadores como “seda de araña bioinspirada” debido a su similitud con la seda utilizada por las arañas, este producto posee aplicaciones innovadoras en sectores como textiles, cosméticos e incluso medicina. Helen Zha, profesora asistente de ingeniería química y biológica, destacó que la “seda de araña es el Kevlar de la naturaleza”, siendo fuerte, elástica, resistente, no tóxica y biodegradable.
La contaminación plástica con bacterias especializadas
El polietileno, presente en productos cotidianos como bolsas de plástico, botellas de agua y envases de alimentos, constituye una preocupación ambiental significativa al contribuir mayormente a la contaminación plástica global. La bacteria Pseudomonas aeruginosa, utilizada en el estudio, consume naturalmente el polietileno como fuente de alimento, brindando una posible solución para “reciclar” parte de los residuos plásticos persistentes.
El proceso biológico subyacente en esta innovación, basado en la fermentación bacteriana, ha sido utilizado por la humanidad durante milenios en diversas aplicaciones, desde la producción de alimentos hasta la biofabricación de sustancias como antibióticos. Mattheos Koffas, profesor de Biocatálisis e Ingeniería Metabólica, subrayó la eficacia de las bacterias para fermentar el polietileno, convirtiéndolo en una proteína de seda codificada genéticamente.
Un enfoque energéticamente eficiente y respetuoso con el medio ambiente
Helen Zha resaltó que el proceso desarrollado consume poca energía y prescinde del uso de productos químicos tóxicos, a diferencia de los métodos convencionales de producción de plásticos. El equipo logró convertir el polietileno en una sustancia cerosa y suave, luego utilizada como fuente de nutrientes para las bacterias, demostrando un proceso sostenible y respetuoso con el medio ambiente.
Aunque el estudio establece la viabilidad de utilizar bacterias para convertir el plástico en seda de araña, los investigadores reconocen la necesidad de encontrar formas más eficientes de producir la proteína de seda. Mattheos Koffas señaló que el trabajo futuro se centrará en investigar modificaciones en las bacterias u otros aspectos del proceso para aumentar la producción de manera efectiva.