El doctor Luis Resel subraya que es una enfermedad que tiene “consecuencias devastadoras” en la calidad de vida de quienes la padecen
La incontinencia urinaria (IU) ha sido históricamente subestimada, a pesar de ser un problema médico y de salud pública de gran relevancia que afecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo. Curiosamente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no la reconoció oficialmente como una enfermedad hasta el año 1998.
El doctor Luis Resel, coordinador del Grupo Nacional de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica de la Asociación Española de Urología (AEU), señala en una entrevista con Infosalus que también conoce este trastorno como la “enfermedad silenciosa”.
En cuanto a las posibles causas de la incontinencia urinaria, este urólogo afirma que varían según el tipo
- En el caso de la incontinencia de esfuerzo: el problema tiene una raíz anatómica y se debe a un déficit del esfínter uretral o a una hipermovilidad de la uretra, generalmente causada por debilidad en la musculatura del suelo pélvico, lo que impide el funcionamiento adecuado del esfínter.
- En el caso de la incontinencia de urgencia: el problema es de naturaleza funcional y se origina en la vejiga. Se caracteriza por contracciones involuntarias de la vejiga que resultan en la pérdida de orina. Este tipo de incontinencia se conoce como vejiga hiperactiva y puede ser de causa desconocida, y la más común.
Síntomas de alerta principales
Infosalus preguntó al doctor Resel acerca de los síntomas de alerta más destacados, a lo que él responde que un especialista en Urología debe evaluar cualquier grado significativo de incontinencia urinaria o urgencia miccional.
“Recientemente se ha publicado que, en Europa la incontinencia afecta a 55-60 millones de personas y representa el mayor gasto sanitario, cercano a los 40 billones de euros. Se ha demostrado que cualquiera de las opciones terapéuticas disponibles para el manejo de esta enfermedad presenta una mejor relación coste-eficacia que no tratarla, advierte el experto.
En hombres y mujeres, existen tres tipos de incontinencia urinaria
- Incontinencia urinaria de esfuerzo: la más común en las mujeres, se caracteriza por la pérdida de orina relacionada con esfuerzos.
- Incontinencia urinaria por urgencia: la más frecuente en hombres en relación con la patología prostática, se debe a la pérdida de orina por contracciones involuntarias de la vejiga que resultan en una urgencia difícil de controlar.
- Incontinencia urinaria mixta: cuando coexisten los dos tipos de incontinencia, tanto de esfuerzo como de urgencia.
El coordinador del Grupo Nacional de Urología Funcional, Femenina y Urodinámica de la Asociación Española de Urología destaca que la causa más común de la incontinencia urinaria de esfuerzo en hombres está relacionada con la cirugía de la patología prostática, como la prostatectomía radical, resección transuretral o enucleación con láser.
Recomendaciones
Respecto a la resolución de la incontinencia urinaria en hombres, el doctor recomienda que en primer lugar, consulten a un urólogo para obtener un diagnóstico adecuado y un tratamiento personalizado que variará según el tipo de incontinencia.
- Incontinencia urinaria por urgencia: relacionada con la patología prostática y la obstrucción del tracto urinario, se emplean fármacos como alfabloqueantes, anticolinérgicos, inhibidores de la 5 alfa reductasa/fosfodiesterasa y fitoterapia (extractos de plantas naturales). Si el tratamiento conservador no funciona, se recurre a técnicas quirúrgicas como enucleación con láser, resección transuretral, adenomectomía y otras tecnologías.
- Incontinencia de esfuerzo: aparece como una complicación de la cirugía prostática y se inicia con la rehabilitación del suelo pélvico. Si esta opción no es efectiva, se recurre a tratamientos quirúrgicos como mallas suburetrales ajustables o no, y esfínteres uretrales artificiales en casos graves o cuando falla la cirugía con mallas.
El doctor Luis Resel subraya que la incontinencia urinaria es una enfermedad que tiene “consecuencias devastadoras” en la calidad de vida de quienes la padecen, afectando a todos los aspectos de la vida diaria, laboral, social y familiar. Puede provocar depresión, aislamiento social, disminución de la eficiencia laboral, bajas por enfermedad y la necesidad de ingresar en residencias. Reconocer que es un problema abordable por profesionales y con tratamientos eficaces resulta esencial, concluye el miembro de la AEU.