Francisco y su lado más humano: “Fui al psiquiatra, había cosas que no sabía manejar”

25 de abril de 2025
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Vatican, Vatican City: Pictures of the late Pope Francis are sold at a souvenir stand at St. Peter's Basilica. |EP

El Papa reveló en una entrevista póstuma su lucha contra la ansiedad, defendió la salud mental y habló con franqueza sobre sus emociones, su fe y su paso por el Vaticano

En una entrevista que ahora cobra una relevancia especial tras su fallecimiento, el Papa Francisco abrió las puertas de su mundo interior como nunca antes. En una charla concedida en 2018 al periodista argentino Nelson Castro, el pontífice reveló que, durante su juventud, acudió a una psiquiatra para superar un momento complejo: “Me ayudó muchísimo, con consejos, explicaciones y a hondazo limpio”.

Francisco no se psicoanalizó, aclaró, pero sí valoró profundamente el trabajo de aquella profesional que lo acompañó en tiempos turbulentos marcados por la dictadura argentina y su cargo como provincial jesuita. “Había cosas que no sabía manejar bien”, confesó el Papa con serenidad, convencido de que todo sacerdote debería conocer algo sobre psicología humana para poder ejercer su labor con mayor comprensión.

Neurosis y mate

En la entrevista, incluida en el libro La salud de los papas, Francisco detalló cómo ha aprendido a convivir con su neurosis. “Hay que cebarle mate a la neurosis, acariciarla”, dijo con humor argentino. El pontífice reconoció también haber tenido episodios de tristeza, como la muerte de sus padres o situaciones de dolor humano, pero dejó claro que el sufrimiento hay que enfrentarlo con autenticidad: “Si uno es auténtico con el sufrimiento, tiene que decirse la verdad”.

Sobre el día que fue elegido Papa, Francisco recordó que vivió aquella jornada con una paz absoluta. “Dormí fenómeno”, aseguró entre risas, añadiendo que eligió el nombre Francisco tras el consejo del cardenal Hummes: “No te olvides de los pobres”. En ese momento, San Francisco de Asís fue el nombre que resonó en su interior.

La entrevista revela también detalles curiosos de su vida diaria: dormía sin necesidad de medicación, se levantaba a las cuatro de la mañana sin despertador y soñaba “cosas lindas”. Además, admitía seguir una dieta específica para equilibrar su salud y reconocía que “somatizaba” el estrés. Pero quizás el mensaje más poderoso de esta conversación es su sensibilidad: los niños y los ancianos eran su mayor preocupación. “El dolor ajeno me aflige”, dijo.

Con esta última charla, el Papa dejó un testimonio honesto, humano y profundamente espiritual que rompe tabúes sobre la salud mental y el papel del clero frente al sufrimiento. Una despedida íntima de quien, hasta el final, predicó con el ejemplo.

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