El acusado se mostraba muy insistente con las víctimas y trataba de convencerles de que lo que les hacía era algo normal entre amigos, según el escrito del fiscal
La Fiscalía ha solicitado una condena de 47 años de prisión para un entrenador de baloncesto de 28 años, residente en Felanitx (Mallorca), acusado de cometer abusos sexuales contra seis menores a los que entrenaba.
Asimismo, la Fiscalía le imputa cuatro delitos de abuso sexual con prevalimiento y otros dos de agresión sexual, uno de ellos en grado de tentativa. Los abusos habrían tenido lugar durante años, hasta que el joven fue detenido en julio de 2021 y entonces se dictó una orden de alejamiento de 1.000 metros respecto de las víctimas.
Por su parte, la fiscalía expone en su escrito que el acusado era entrenador de un club de baloncesto, donde conoció a los menores. El fiscal incide en la relación que forjó con ellos como “persona de autoridad, con influencia y prestigio”, y cómo la relación se extendió fuera del ámbito deportivo.
Estrechando lazos más allá del deporte
En detalle, el entrenador participaba en la vida diaria de los menores, acudiendo habitualmente a reuniones o fiestas de amigos, o los invitaba a jugar a videojuegos en un domicilio. La acusación también expone que frecuentemente trasladaba a los jugadores con su propio vehículo y que era habitual que se quedase a dormir en sus casas o éstos en la vivienda donde él residía.
Así, el fiscal describe distintos episodios de abusos sexuales sobre seis menores, algunos desde que tenían unos nueve años. Acusa al hombre de haber realizado masturbaciones a los menores, haberles exhibido pornografía y haberles propuesto o incluso forzado que le masturbaran a él.
Estos hechos ocurrían, presuntamente, en ocasiones en las que el acusado se quedaba a solas con alguno de los menores, ya fuera en una vivienda o incluso en el coche. De hecho, el fiscal incluye en su escrito supuestos tocamientos mientras el acusado conducía y la víctima iba de copiloto.
Manipulación
Además, la Fiscalía asegura que los menores tenían en gran consideración al acusado no únicamente por su estatus de entrenador, sino también por su “carácter altamente agresivo” y manipulador sobre ellos, “fácilmente influenciables debido a su corta edad”, generando hacia él una relación de “dependencia emocional”.
En este sentido, según el escrito del fiscal, el hombre se mostraba muy insistente con las víctimas y trataba de convencerles de que lo que les hacía era algo normal entre amigos. La Fiscalía sostiene que a dos menores que le rechazaban los castigó impidiéndoles utilizar las pistas de baloncesto o alejándose del resto del equipo, criticando a uno de ellos delante del resto de jugadores y pidiéndoles que no se juntaran con él.
Con uno de los menores habría tenido una relación particularmente estrecha porque tras el fallecimiento del padre de la víctima, el entrenador se había volcado en la familia y acudía prácticamente a diario al domicilio; la Fiscalía describe en este caso una especial impunidad que sólo terminó cuando la madre inició una nueva relación sentimental, “cesando su depredación sexual a partir de entonces”