El Papa León XIV aterrizó este domingo en Beirut para iniciar la segunda etapa de su primer viaje internacional, un recorrido que comenzó en Turquía y que ahora lo lleva a uno de los países más diversos y resilientes de Oriente Medio. Su llegada al aeropuerto estuvo marcada por una atmósfera solemne y profundamente humana. Nada más descender del avión, fue recibido por el Nuncio Apostólico, Paolo Borgia, y por el Jefe de Protocolo del país. Junto a ellos, las máximas autoridades libanesas aguardaban para darle una bienvenida que combinó respeto institucional y afecto popular.
El presidente Joseph Aoun, el presidente de la Asamblea Nacional, Nabih Berri, y el primer ministro, Nawaf Salam, saludaron al Pontífice con gestos de cercanía. También estaba presente el cardenal Béchara Boutros Raï, patriarca de Antioquía de los Maronitas, una figura clave en la vida religiosa del país. Un detalle especialmente emotivo lo protagonizaron dos niños vestidos con trajes tradicionales que ofrecieron al Papa flores, pan y agua, un gesto que simboliza hospitalidad, vida y esperanza.
Tras la ceremonia oficial, León XIV fue acompañado al Palacio Presidencial de Baabda. Allí mantuvo reuniones privadas con las principales autoridades del Estado, reforzando el espíritu de diálogo que pretende guiar esta visita. En ese mismo lugar, el Papa y el presidente libanés participaron en la plantación del llamado «Cedro de la Amistad», un árbol que representa la fuerza, la memoria y la continuidad del pueblo libanés. El acto, al que asistieron también el cardenal Pietro Parolin y el patriarca Raï, fue un gesto sencillo pero profundamente significativo en un país donde el cedro es símbolo nacional.
El discurso del Papa ante las autoridades libanesas estuvo marcado por un tono cercano, directo y lleno de reconocimiento hacia la capacidad del país para resistir las adversidades. León XIV describió al pueblo libanés como “un pueblo que no se rinde”, destacando su firmeza para levantarse una y otra vez pese a las crisis sociales, económicas y políticas. Sus palabras resonaron como un recordatorio del potencial de una nación que, a pesar de sus dificultades, continúa siendo un referente de convivencia entre culturas, religiones y tradiciones, según Europa Press.
El Pontífice llamó a los responsables públicos a “construir paz, reconciliación y convivencia”, destacando el valor de una sociedad civil formada, dinámica y repleta de jóvenes con ganas de transformar su realidad. Los animó a no alejarse de su gente, sino a servirla con dedicación, especialmente en un contexto en el que la confianza y la unidad son esenciales.
En su mensaje, León XIV dedicó un espacio especial a las mujeres, reconociendo su papel fundamental como guardianas de la vida y constructoras de paz. Subrayó que su participación en la vida social, política y religiosa no solo es necesaria, sino imprescindible para cualquier proyecto de renovación.
Con esta visita, el Papa no solo estrecha lazos con un país clave en la región, sino que ofrece un mensaje de esperanza a quienes buscan en el Líbano un futuro marcado por el diálogo, la estabilidad y la convivencia pacífica.