Moncloa cada vez se parece más al otro de Miraflores, donde Maduro cambia las moquetas y las alfombras, los muebles y las lámparas los días impares que Delcy le acerca unas maletas nuevas. Más que un palacio, Moncloa se asemeja a una casa de estancieros argentinos, con muchas columnas para sujetar las manipulaciones políticas; por días, más insoportables, nunca mejor dicho: soportes quedan los justos, ya que los rebeldes por tanta villanía, están sacando, poco a poco, del silencio sus cabezas.
Mientras tanto, en Moncloa se han cambiado la seda de los cortinajes para recibir a los herederos de los terroristas y complacerles en el uso restringido de las pelotas de goma, quizá porque pretendan volver a las balas de verdad con las que se asesinaba sin advertencia. Aquello fue una guerra justa, según ellos; por eso, los del PP se esconden cuando programan alguna cena con alguien de Vox, no vayan a creerse en España que son de extrema derecha y no sepan luego cómo defenderse de semejante insensatez.
Lo dicho: de Moncloa no sale nadie aunque haya que cambiar la historia, la geografía y la dignidad. ¡Faltaría más!
pedrouve