El oro ha vuelto a brillar con más fuerza que nunca. Este viernes, el metal precioso alcanzó un nuevo máximo histórico, impulsado por un cóctel de incertidumbre global: tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, una posible recesión a la vista, y un dólar que no levanta cabeza. No es casualidad que, ante tanto ruido, los inversores estén corriendo hacia lo más antiguo y seguro que conocen: el oro.
A las 9:30 h ET (13:30 GMT), el oro al contado se cotizaba en 3,230.75 dólares la onza, con una subida del 1.8%. Apenas unos minutos antes había alcanzado un récord de 3,237.56 dólares. En solo una semana, el oro ha subido más de un 6%, lo que dice mucho del estado de ánimo de los mercados. En paralelo, los futuros del oro en Estados Unidos tocaron los 3,234.90 dólares. En palabras de Nitesh Shah, estratega de materias primas de WisdomTree, “el oro se considera claramente el activo refugio predilecto en un mundo trastocado por la guerra comercial de Trump”.
Detrás de este rally dorado hay varios factores en juego. La depreciación del dólar frente a otras monedas, la venta masiva de bonos del Tesoro estadounidense, la compra agresiva por parte de bancos centrales, y una creciente inestabilidad geopolítica están alimentando el apetito por el oro. A esto se suma un flujo constante de capital hacia fondos cotizados respaldados por oro y las expectativas de que la Reserva Federal recorte las tasas de interés.
El conflicto comercial entre China y Estados Unidos se ha vuelto a calentar. Este viernes, China anunció un aumento de aranceles del 125% sobre productos estadounidenses, lo que intensificó aún más la presión sobre el dólar. A la par, los datos macroeconómicos en Estados Unidos no están ayudando: los precios al productor bajaron un 0.4% en marzo de forma inesperada, aunque se espera que los nuevos aranceles puedan volver a disparar la inflación.
Tai Wong, comerciante independiente de metales, subrayó el posible comportamiento futuro del mercado: “Una pequeña corrección no sorprendería, pero el camino a seguir es ascendente ya que el IPC y el IPP le dan a la Fed más margen para recortar y mantendrán la presión a la baja sobre el dólar”. En un contexto de tasas de interés bajas, el oro, que no genera rendimiento, se convierte en una apuesta sólida como cobertura frente a la inflación y la incertidumbre.
Pero, ¿tiene límites esta escalada dorada? Según analistas de UBS, el avance podría frenarse si se relajan las tensiones geopolíticas, mejora el comercio internacional o Estados Unidos muestra señales de una recuperación económica sostenida. De momento, nada de eso parece cercano en el horizonte.
El oro no sube solo: otros metales preciosos también están al alza. La plata se cotizó en 31.64 dólares la onza tras subir un 1.4%. El platino avanzó un 0.4%, hasta los 941.90 dólares, y el paladio también se apuntó un alza del 1.3%, hasta los 919.25 dólares. El mercado de metales, en general, refleja un sentimiento global de cautela y búsqueda de refugios.
Y mientras el oro se fortalece, continúa el eterno debate con su competidor más joven: el Bitcoin. Según The Economic Times, el economista Peter Schiff criticó al CEO de BlackRock, Larry Fink, por sugerir que Bitcoin podría reemplazar al dólar como moneda de reserva global. Schiff no dudó: “El oro, no el Bitcoin, es la verdadera amenaza para el dólar”. Aunque BlackRock sigue apostando por el cripto en Europa, para muchos inversores, el oro sigue siendo el viejo y confiable escudo ante la tormenta.
Por su interés reproducimos este artículo de Ana Karen Celaya G. publicado en El Imparcial.