Hoy: 25 de diciembre de 2024
Investigadores de la Universidad Técnica de Munich (TUM) y de la Universitätsklinikum Regensburg (UKR), en Alemania, han identificado que la enfermedad de injerto contra huésped es menos frecuente en presencia de ciertos microorganismos intestinales. Consideran que, en el futuro, se podría manipular la composición del microbioma para lograr este efecto protector de manera deliberada.
Tras el trasplante de células madre, las células inmunitarias donadas a veces atacan al receptor, resultando en la enfermedad de injerto contra huésped (GvHD). Esta reacción, que ocurre en aproximadamente la mitad de los procedimientos, es opuesta a la respuesta de rechazo observada en la donación de órganos. Aquí, son las células donadas las que atacan al paciente, especialmente en el tracto digestivo.
Desde hace tiempo se sabe que los microbios intestinales influyen en la probabilidad de desarrollar GvHD. El equipo dirigido por Erik Thiele Orberg, Ernst Holler y Hendrik Poeck ha detallado en la revista Nature Cancer la composición necesaria del microbioma para brindar protección.
Para el estudio, se analizaron muestras de heces de 78 pacientes durante dos años después del trasplante de células madre en ambas clínicas universitarias. Los investigadores desarrollaron un índice de riesgo basado en la medición de metabolitos producidos por microorganismos, en lugar de simplemente contar bacterias.
Los resultados revelaron que ciertos virus intestinales, conocidos como bacteriófagos, también desempeñan un papel crucial. Esto agrega una capa de complejidad al entendimiento del microbioma intestinal. Elisabeth Meedt, médica de la UKR, destacó que “un pronóstico positivo no depende únicamente de las IMM de las bacterias”.
Pacientes con un índice de riesgo de IMM bajo mostraron mayores tasas de supervivencia, menos reacciones de injerto contra huésped y menos recaídas. Estos metabolitos fueron principalmente producidos por bacterias de las familias Lachnospiraceae y Oscillospiraceae en combinación con los bacteriófagos.
Los investigadores de TUM y UKR buscan activamente predecir y mejorar las posibilidades de curación de los pacientes. Controlar la composición del microbioma mediante trasplantes de microbiota fecal podría permitir colonizar el intestino con consorcios específicos de bacterias y bacteriófagos. Los experimentos iniciales en ratones han sido exitosos, abriendo la puerta para ensayos clínicos con pacientes humanos en los próximos años. Hendrik Poeck concluye: “Queremos saber si podemos utilizar este método para prevenir reacciones de injerto contra huésped, así como recaídas”.