Jackson y Laís Dognini, una pareja brasileña, estuvieron muy cerca de consagrar sus vidas a Dios. Él pasó cinco años en el seminario, ella vivió dos años en un convento como carmelita de clausura. Ambos creían firmemente en su vocación religiosa. Sin embargo, la vida tenía otros planes.
Laís, originaria de Jaraguá do Sul, en Santa Catarina, soñaba con ser monja desde adolescente. Creció en un entorno religioso y dedicó su juventud a ser misionera. Todo cambió cuando fue diagnosticada con distimia, una forma leve de depresión crónica. Por recomendación médica, tuvo que dejar el convento.
Jackson, por su parte, enfrentaba sus propias batallas mientras estudiaba para ser sacerdote. Nunca imaginó que su verdadera vocación no estaba en el altar, sino frente a él. Fue en ese momento de vulnerabilidad que decidió enviarle un mensaje a Laís. Quería decirle que rezaba por ella y, en secreto, esperaba convencerla de volver al convento. Lo que no sabía era que ese mensaje sería el inicio de algo mucho más profundo, según publica el Excelsior.
Durante meses intercambiaron mensajes, libros y reflexiones religiosas. “Nunca habíamos hablado antes, aunque nos conocíamos desde hacía seis años. Ni un ‘hola’”, contó Laís en Instagram. Esa charla virtual despertó una conexión inesperada.
Al mismo tiempo, Jackson comenzó a replantearse su camino en el seminario. Con el tiempo, decidió dejarlo. “Yo no tuve nada que ver en su decisión”, aclaró Laís. Pero cuando él abandonó su vocación, retomaron el contacto. Acordaron verse en persona para asistir juntos a misa. Fue ahí cuando comprendieron que no querían separarse.
Comenzaron a salir en abril de 2024, se comprometieron en octubre y se casaron en marzo de 2025. Para celebrar sus seis meses de casados, Laís compartió una publicación emotiva en Instagram: una imagen de ambos con sus antiguos hábitos religiosos y otra de su boda. “Estábamos decididos a entregar nuestras vidas a Dios… y Él claramente tenía otros planes para nosotros”, escribió.
No fue fácil para todos aceptar su historia. La mamá de Laís tardó en entender que Jackson no dejó el seminario por ella, aunque con el tiempo se acercaron. Con sus suegros, en cambio, la aceptación fue inmediata; conocían su proceso personal y lo apoyaron desde el principio. Hoy, su historia inspira a más de 16.000 seguidores, mostrando que el amor puede llegar cuando menos se espera y que a veces, los caminos más inesperados son los correctos.