Hoy: 5 de noviembre de 2024
El descubrimiento del lugar de descanso eterno del joven faraón de la XVIII Dinastía alcanzó fama mundial debido a que se encontraba intacta tras más de tres mil años, a salvo de los saqueos, siendo la tumba mejor conservada del Valle de los Reyes.
Este lunes se cumplía 102 años del hallazgo, en 1922, de la entrada a la tumba del faraón Tutankamón cerca de Luxor, por el arqueólogo británico Howard Carter, tras 8 años de búsqueda.
Carter, un prestigioso arqueólogo conocido por sus innovadores métodos, había comenzado en 1907 a trabajar para Lord Carnarvon, un noble entusiasta aficionado a la arqueología, como supervisor de las excavaciones en Deir el-Bahari, cerca de Tebas.
En 1914 recibieron los permisos para excavar en el Valle de los Reyes. Carter lideró los trabajos; se encargó de encontrar tumbas que pasaron desapercibidas en expediciones anteriores, en particular la del faraón Tutankamón, aunque los trabajos se vieron paralizados temporalmente por la Primera Guerra Mundial.
En 1922, Lord Carnarvon se impacientaba ante la ausencia de resultados tras varios años de búsqueda y se planteó la retirada de fondos. Tras una discusión con Carter, aceptó financiar una última temporada en el Valle de los Reyes, informa Wikipedia.
En noviembre de 1922, Carter excavó los escalones parcialmente hasta el hallazgo de una puerta de barro en la que se observaban varios cartuchos egipcios, sellos con escritura jeroglífica. El arqueólogo ordenó rellenar la escalera de nuevo y mandó un telegrama a Carnarvon, quien se desplazó a Egipto desde Inglaterra.
El 24 de noviembre de 1922 se excavó la escalera en su totalidad y el cartucho egipcio en el acceso que indicaba el nombre de Tutankamón. Dos días más tarde, Carter realizó una “pequeña abertura en la esquina superior izquierda” de la entrada. Desde ahí pudo vislumbrar el interior gracias a la luz de una vela y ver tesoros dorados y en marfil. Carnarvon le preguntó si podía ver algo y Carter le respondió con su famosa frase: ¡Sí, puedo ver cosas maravillosas!
Carter había descubierto la tumba de Tutankamón, que más adelante sería conocida como KV62. La sepultura fue protegida hasta la llegada de un oficial del Departamento de Antigüedades Egipcias al día siguiente, aunque esa noche, Carter, Carnarvon, su hija y el ayudante Callender aparentemente entraron sin permiso, convirtiéndose en las primeras personas en tres milenios en acceder al enterramiento.
La mañana siguiente, 27 de noviembre, vio la inspección de la tumba a manos de un oficial egipcio. Callender accedió con luz eléctrica, iluminando una vasta colección de objetos, incluyendo divanes, cofres, tronos y altares. Asimismo, hallaron evidencias de estancias anexas, incluyendo una puerta sellada hacia la cámara del sarcófago, flanqueada por dos estatuas de Tutankamón.
A pesar de la existencia de signos de expolios en tiempos antiguos, la tumba se encontraba intacta y se calculó que albergaba más de 5.000 objetos. El 29 de noviembre la tumba se abrió oficialmente en presencia de varios dignatarios invitados y oficiales egipcios.
Tras percatarse de la magnitud de la tarea, Carter pidió ayuda a Albert Lythgoe del equipo de excavación del Metropolitan Museum de Nueva York, que trabajaba en las cercanías, mientras que el Gobierno egipcio mandó al químico analítico Alfred Lucas. El 16 de febrero de 1923, Carter abrió la puerta sellada y confirmó que dirigía al sarcófago de Tutankamón.
La tumba fue considerada la mejor preservada e intacta del Valle de los Reyes y su descubrimiento alcanzó a la prensa mundial. Lord Carnarvon vendió la exclusiva a The Times, lo que enfureció al resto de la prensa.
A finales de febrero de 1923, una discusión entre Carnarvon y Carter, probablemente causada por cómo lidiar con las autoridades egipcias, interrumpió la excavación temporalmente. Los trabajos se reanudaron en marzo tras una disculpa de Carnarvon a Carter.
A finales de ese mes, Carnarvon contrajo bacteriemia por la picadura de un insecto mientras se hospedaba en Luxor, cerca de la tumba, y falleció el 5 de abril de ese año, alimentando la leyenda de la maldición de Tutankamon. Los meticulosos métodos de catalogación de los miles de objetos de la tumba ocupó a Carter durante casi diez años, siendo trasladados al Museo Egipcio de El Cairo.