El mítico Estadio Latinoamericano de La Habana se convierte en el reflejo de una realidad innegable: el béisbol, considerado durante décadas el deporte nacional de Cuba, ha perdido parte de su fervor y el fútbol gana terreno. Durante el cuarto inning, un grupo de jóvenes abandona sus butacas. “Ya va a empezar el partido del Barça”, dice uno de ellos, marcando el cambio generacional en la isla, según Diario de Yucatán.
Desde la nostalgia, Ramón Barrera, de 70 años, se mantiene fiel al béisbol. Su amor por la pelota lo heredó de su padre, quien lo llevaba al estadio desde niño. Sin embargo, su afición no lo aleja del fenómeno futbolístico. Si Industriales jugara una final y el Real Madrid disputara la Champions League en el mismo horario, su elección sería clara: “El Real Madrid. Ahí sí no me la pierdo”, confiesa sin dudar.
Con el paso del tiempo, la preferencia por el fútbol ha ido ganando adeptos, impulsada por la constante transmisión de partidos del Real Madrid y el Barcelona en la televisión estatal. En las calles, los cambios son evidentes: guaguas adornadas con bufandas de equipos europeos, jóvenes luciendo camisetas de clubes internacionales y niños optando por patear un balón en lugar de batear.
La diferencia generacional es clave en este cambio de paradigma. En un descampado cercano a la Quinta Avenida, Eric, de 14 años, y Ernesto, de 16, juegan descalzos con un balón de fútbol. “A casi todos mis amigos les gusta más el fútbol”, asegura Eric. Su compañero lo secunda: “Para jugar pelota necesitas muchas cosas: ropa, guante, bola, bate… Para el fútbol solo hace falta una pelota y ya”.
Sin cifras oficiales que confirmen el declive del béisbol, Alejandro Rodríguez, periodista deportivo cubano, considera que la tendencia es innegable. “Entre los jóvenes, menores de 35 años, el fútbol tiene ventaja. De ahí en adelante, el béisbol aún resiste. Pero en la capital el fenómeno es más evidente que en las provincias”, analiza.
El béisbol no es solo un deporte en Cuba; su historia está marcada por la política y la identidad nacional. Introducido en la isla en 1860, se convirtió en un símbolo antiimperialista español y llegó a ser prohibido por la Capitanía General debido a sus supuestas tendencias insurreccionales. Su importancia cultural fue reconocida en 2021, cuando fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
El talento cubano sigue brillando en las Grandes Ligas de Estados Unidos (MLB), pero su éxito en el extranjero representa una paradoja. Para Barrera, la emigración de jugadores ha afectado la calidad del béisbol en la isla: “Muchos han abandonado el país por diferentes razones”.
La fuga de talento no es un fenómeno reciente. Desde hace décadas, los peloteros cubanos han aprovechado giras internacionales para desertar, buscando contratos millonarios en la MLB. Entre 2016 y 2022, al menos 635 beisbolistas dejaron la isla, según el periódico oficial Trabajadores. A pesar de ello, la televisión cubana no transmite la liga estadounidense, a diferencia del fútbol europeo.
Esta situación impide que Denilson Pino, acomodador en el Latinoamericano, pueda ver a su ídolo, Yulieski Gurriel, estrella cubana de los Padres de San Diego. Sin embargo, cuando se le pregunta si prefiere a Gurriel o al portugués Cristiano Ronaldo, su respuesta es inmediata: “CR7”.