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El cónsul de España en Filipinas niega el visado a una mujer que desea reunirse en Málaga con su novio, “porque le da la gana”

Javier Martín, cónsul de España en Filipinas.

Lo primero que deben hacer los embajadores y cónsules de España en el extranjero, como servidores públicos, es facilitar la vida de los españoles, tanto en el país en que estén destinados como de aquellos otros que, dentro de España, requieran su ayuda. Con los más de 12.000 euros mensuales que cobra un cónsul de las arcas públicas (y en torno a 21.000 un embajador), y a juzgar por “su arbitraria e intuitiva” actuación en el caso de la ciudadana filipina Cherry P., esto debe ser lo último en lo que piensa el cónsul general de España en el país asiático, Javier Martín García.

Mientras las costas españolas son un descomunal reguero diario de entrada ilegal de migrantes, al cónsul general Javier Martín se le ha metido entre ceja y ceja -“porque sí, porque manda él”, dicen los novios- que no le concede el visado a Cherry P. para que se encuentre con su novio español. A Javier Martín le cuesta creer, al parecer, que el amor a distancia también es posible, aunque él recele.

La novia, Cherry P. acudió el pasado 17 de julio, hace casi cuatro meses, al consulado de España en Manila con la finalidad de obtener el visado con el que viajar a Málaga, donde reside el novio. Pero no sabía los sinsabores que le esperaban en la legación española.

En el consulado de Javier Martín los funcionarios no ayudan a elaborar el papeleo para el visado. Envían a los usuarios a una especie de gestoría para que allí les confeccionen la petición. El cónsul mantiene una buena relación con esa gestoría, que cobra 18.000 pesos (300 euros) por tramitar el papeleo.

“Y es que los funcionarios españoles del consulado deben estar muy ocupados como para entretenerse en ayudar a los ciudadanos”, aseguran fuentes cercanas a la pareja. Tras pagar los 300 euros, Cherry se presentó en el consulado, tras una noche entera de viaje en autobús desde la ciudad en que vive hasta Manila, y finalmente quedó presentada la documentación para el visado.

Los funcionarios de Javier Martín (cobran unos 7.000 euros mensuales de media mínimo, si son españoles, más otros complementos) tardaron varios días en responderle. Ella adujo que quería viajar a España para encontrarse con su novio, cuyas iniciales son M. H., de 57 años, con el que llevaba muchos meses de relación a través de las redes sociales. M. H. es viudo, está delicado de salud y Cherry y él, tras muchos meses conociéndose, acordaron vivir juntos en Málaga.

Eso sí, no contaban con que Javier García haría lo imposible para impedirlo. “Y ya lo ha hecho dos veces, porque le da la gana, porque si él no quiere, y sigue sin querer, no hay viaje, no hay encuentro”, han asegurado los mismos medios.

Cherry volvió al consulado, tras otro viaje de varios cientos de kilómetros en autobús, el pasado 18 de julio. Y volvió a formalizar una segunda petición del visado. La primera vez el consulado le dijo que no reunía los requisitos.

Pero esta vez ella acudió pertrechada de documentación. Un escrito hecho ante notario por M. H. en el que este declara que quiere convivir con Cherry y que él, que tiene una pensión de casi 3.000 euros, entre otros bienes, se hace totalmente cargo de ella. Y que vivirá con él en su casa, que están enamorados y quieren ser pareja de hecho e, incluso, casarse.

Pero Javier García, basándose en su “visión diplomática”, vuelve a decirle lo mismo que le dijo la primera vez (esto es, que no reunía los requisitos). En el escrito denegatorio señala “que no ha aportado pruebas de disponer de medios de subsistencia suficientes para la totalidad de la estancia prevista” en España ni para “el regreso a Filipinas”. Y que “no ha justificado ni el propósito ni las condiciones de la estancia prevista”. Casi lo mismo que se le dijo la primera vez, como un corta y pega.

Se supone que, entre tantísimo trabajo en la legación filipina, Javier García no tuvo tiempo de leerse el escrito ante notario que le presentó Cherry ni tampoco los numerosos documentos oficiales, incluido un escrito notarial, que le hizo llegar el novio al consulado desde España en un correo certificado.

En el escrito que presentó ella, también notarial, declara el propósito del viaje: “Convivir de forma libre, estable, pública y notoria en una situación de afecto análogo al conyugal” con M. H., del que aporta el nombre completo, la dirección en Málaga, calle, número y hasta el código postal. Además, manifiesta que es soltera y que desea estar con su novio, al que conoce desde hace muchos meses y del que está enamorada.

Frente a esta segunda denegación, la novia presentó un recurso de reposición, que fue resuelto al día siguiente de presentarse, el 23 de agosto pasado, y, a juzgar por la respuesta negativa, sin que ni el cónsul ni sus funcionarios hubiesen leído siquiera la documentación oficial aportada por los novios.

En este segundo escrito denegatorio, el cónsul exhibe una retahíla de reglamentos con sus fechas y numeración, de esos que hay que ir a un abogado para que lo traduzca, que concluían con un, en primera persona, “HE RESUELTO DESESTIMAR”. No con un se desestima, sino con un “HE RESUELTO”, y en mayúscula.

“Cobrando 12.000 euros al mes, más complementos y otras prebendas, y de comilonas frecuentes con las autoridades locales, y sin control de nadie, a miles de kilómetros de España, a quién no se le sube el cargo a la cabeza”, critica una fuente del Ministerio de Asuntos Exteriores, que dirige el ministro José Manuel Albares.

Este periódico envió un mail a la embajada para recabar su versión sobre la negativa de dejar a esta chica viajar a España para reunirse con su novio. Pero allí no deben dar abasto trabajando porque ni siquiera lo han contestado. El embajador y jefe de este cónsul, de origen sevillano, se llama Miguel Utray (en la foto superior), de 62 años. Fue jefe de protocolo del expresidente Zapatero.

Los novios están desesperados, quieren estar juntos, no entienden lo que pasa, y han escrito cartas a distintas personas, entre ellas al director de Asuntos Consulares del Ministerio de Exteriores, Xabier Martí Martí, contándole lo que les ocurre. Pero Martí, que también debe estar muy ocupado, tampoco ha contestado a la misiva. El amor tendrá que esperar para esta pareja.

“Una ocurrencia: la mejor solución a esto es que la chica viaje a Marruecos y desde allí se suba en un cayuco; seguro que entra sin problemas”, aventuran otras fuentes conocedoras de las vicisitudes de esta pareja de novios.

[Esta historia continuará en los próximos días].

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