El cambio de hora, que tuvo lugar la madrugada de este domingo, para dar paso al horario de invierno, puede generar efectos en la salud. Insomnio o dolor de cabeza durante algunos días son parte de las consecuencias. Estos efectos se sienten especialmente en niños y ancianos, aunque son menos notorios que cuando se cambia al horario de verano, ya que en esta ocasión se gana una hora de sueño.
Así lo ha explicado Milagros Merino, coordinadora de la Unidad de Trastornos Neurológicos y de Sueño de La Paz. Una especialista en medicina del sueño: «El horario de invierno no es el más ameno, pero es el más beneficioso para la salud», explicó.
Según Merino, el cuerpo humano experimenta el cambio horario como un jet lag o desajuste horario durante «dos o tres días», aunque la duración puede variar según el cronotipo de cada persona.
En los días inmediatamente posteriores al cambio horario, es común experimentar insomnio, dolor de cabeza por la mañana, cansancio, irritabilidad y una disminución de la productividad. Sin embargo, Merino enfatiza que estas son consecuencias agudas y no tienen efectos a largo plazo.
La experta destaca que el impacto del cambio horario es más notable en niños, personas mayores y en aquellos con un cronotipo más matutino. Las personas que se acuestan y levantan temprano tienden a sentir más los efectos, en comparación con las personas de hábitos nocturnos que se adaptan mejor al cambio.
El horario de invierno comenzó cuando el reloj se retrasó a las 02.00 del sábado y se extenderá hasta el 27 de marzo de 2024.
En cuanto a la mejora de los síntomas de insomnio, Merino sugiere el uso de fármacos, pero recomienda que sean «lo más ligeros posible», como la melatonina. Además, destaca la importancia de adaptarse al ciclo biológico de día y noche durante los cambios de horario.
La presidenta de la Sociedad Española del Sueño subraya que, desde el punto de vista de la salud, lo ideal sería eliminar el doble cambio horario estacional, siguiendo la recomendación de la Comisión Europea, los cronobiólogos y los biólogos.
En este contexto, Merino considera que el horario de invierno, a pesar de ser «menos divertido», es «más saludable» que el de verano, pero insiste en que los cambios de horario no son beneficiosos para la salud en general. Por lo tanto, si se estableciera un horario fijo en España, el de invierno sería la opción más saludable, aunque quizás no la más popular.
Según un estudio, los cambios de hora estacionales pueden generar ahorros, pero estos son marginales y no se puede garantizar que todos los estados miembros experimenten beneficios similares. Además, aunque es posible ahorrar energía en iluminación, no está tan claro que lo mismo ocurra con la calefacción, que incluso podría ver aumentar su consumo.
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) reconoce que resulta complicado interpretar los resultados de este informe debido a factores externos que influyen en ellos, como el clima y el comportamiento de los usuarios.
Por lo tanto, en la coyuntura actual, se considera que existen mecanismos más relevantes que el cambio horario para lograr ahorros energéticos. Esto involucra la sustitución de luces y dispositivos por alternativas más eficientes, verificar que la potencia contratada y la tarifa eléctrica son adecuadas, y adoptar prácticas de ahorro en el hogar y en las empresas.
El debate sobre el cambio horario en la Unión Europea se inició en 2018, cuando la Comisión Europea llevó a cabo una consulta pública en la que más del 80 por ciento de los 4,6 millones de ciudadanos que participaron se mostraron a favor de poner fin a los cambios de hora.
A raíz de estos resultados, la Comisión propuso, a solicitud de Finlandia, eliminar esta práctica y poner fin al cambio horario en marzo de 2019. Sin embargo, la falta de consenso entre los estados miembros y las evaluaciones de impacto retrasaron la posible abolición del cambio horario.