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El Bribón

El Bribón /EP

Es de justicia reconocer que el rey Juan Carlos empleó, y sigue empleando en su vida, habilidades inimaginables. Cuesta trabajo asumir que, a su edad, siga capitaneando el Bribón, su barco de regatas, y que las gane, como si fuera un veinteañero. Ese mérito, y muchísimos más, alumbrarían su retorno definitivo y la bien ganada vejez a su casa, a España.

Nunca fui partidario de que el viento agitara las intimidades de nadie: todos estaríamos, entonces, constipados. San Josemaría advirtió a los suyos que “los trapos sucios se lavan en casa”, de ahí que se elijan de la Casa los confesores: nada se consigue aireando los pecados, que siempre son limitaciones. No habría hojas de parra en el mundo entero para tapar nuestras vergüenzas. Las de todos.

Sólo Dios conoce la hondura de las cualidades y defectos humanos. Quizá por eso, y observando los partidistas juicios de los hombres, convenga no poner lo deshonroso a descubierto: pocos se salvarían y, mucho menos, los que más señalan.

…Suponemos que el Bribón seguirá dando muchos días de gloria.

pedrouve

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