Son muchas las personas que piensan que el árbol de Navidad es una tradición moderna tomada por los europeos, tras copiarla de los Estados Unidos. Sin embargo, está afirmación o creencia es rotundamente falsa.
Lejos de lo que piensen algunos, el árbol de Navidad es europeo y tiene su origen en el siglo XVI, concretamente en el año 1605 en Alemania poco antes de su evangelización. Lo que en la actualidad supone un adorno navideño, con guirnaldas, bolas y luces es todo un culto a los espíritus de la naturaleza.
Cuenta la historia que San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, cortó un pino como símbolo de la vida eterna y lo adornó con manzanas y velas otorgándole un significado cristiano, pues las manzanas simbolizan el pecado original que probaron Adán y Eva, mientras que las velas simbolizaban la luz de Dios. Una costumbre que llegó a Inglaterra en 1829 para expandirse rápidamente al resto de Europa hasta llegar en la década de los 80 a América.
Los árboles han adquirido el significado de fertilidad, regeneración y descendencia, al ser su hoja de tipo perenne. Por este motivo, el árbol navideño en sí representa al árbol de la Vida, ya sea en forma de abeto, pino natural o artificial.
Por otra parte, la forma triangular del mismo representa a la Santísima Trinidad; es decir, el árbol de Navidad representa la unión de la familia con la fe cristiana.
Sin embargo, la tradición ha ido evolucionando con el paso de los años hasta cambiar la decoración del mismo que ha pasado de las manzanas y velas originales a multitud de objetos decorativos, que se pueden adquirir en la actualidad.
El tronco del árbol de Navidad simboliza la unión de la Tierra con el universo, mientras que el color verde representa la vida presente y la esperanza futura. Asimismo, cada una de sus ramas simbolizan la historia y las raíces familiares, conectando el presente con nuestros orígenes pasados.
Los objetos decorativos no son simples adornos, pues están pensados a conciencia y tienen una función específica aunque a simple vista parezcan complementos meramente decorativos. Así, las bolas o esferas simbolizan los frutos del ser humano (éxitos y fracasos) a lo largo de su vida, así como los dones que Dios o el universo, le han proporcionado (sabiduría, conocimiento, fe y demás habilidades).
Los lazos representan la fuerte unión familiar y los buenos deseos que se pretenden dar y recibir en estas fechas. Mientras que las campanas se emplean para ahuyentar los malos espíritus o las malas energías.
Las guirnaldas son un elemento que simboliza la unión de todas las etapas de la vida del ser humano con la de sus orígenes o antepasados, que no deben ser olvidados.
La estrella, colocada estratégicamente en la punta del árbol y que recuerda a la estrella de Belén, representa la fe superior que guía la vida de las personas. Por su parte, las luces simbolizan la luz divina y tienen como objetivo iluminar el camino que recorre el ser humano.
Finalmente, los regalos de Navidad traídos por Papá Noel y los Reyes Magos, que tradicionalmente se colocan a los pies del árbol, recuerdan que todos los bienes que reciben los seres humanos son regalos divinos.
El simple hecho de poner el árbol de Navidad es una tradición que, además de unir diversas culturas, se ha convertido en un ritual obligatorio en casi todos los hogares del mundo.