Hoy: 21 de noviembre de 2024
En la sala de exposiciones de la Montaña Artificial, en el Parque del Retiro, de Madrid, se puede presenciar una curiosa exposición sobre el Altar de los Muertos, una celebración muy importante en países como México durante estos días. La muestra estará abierta hasta el domingo y es una buena forma de acercarse a la cultura mexicana en la capital de España.
La vida y la muerte son misteriosas culturas del mundo que han abordado cada una a su manera. El día de muertos es un claro ejemplo del sincretismo de la fusión de las culturas mesoamericanas y los rituales de la tradición católica llevada a México por los españoles en el siglo XVI, por lo que comparte tanto raíces prehispánicas como occidentales y entrelaza la diversidad imaginaria de ambas cosmovisiones y se ha convertido en uno de los rasgos esenciales de la identidad mexicana mexicana.
Se trata de una tradición ancestral que celebra el regreso temporal de familiares y seres queridos difuntos que de esta manera simboliza el encuentro entre los vivos y los muertos. Los indígenas trasladaron la veneración de su muertos al calendario, la cual sería el final del círculo agrícola del maíz, su principal alimento, y se celebra a finales de noviembre, un día después de todos los santos.
Durante esta celebración la nostalgia se convierte en gozo, recuerdo cariñoso de la memoria de los seres queridos, una actitud que explora el vasto territorio de lo insondable prefiriendo el movimiento y la luz sobre lo oscuro y lo yerto.
De esta manera se honra a los antepasados y amigos fallecidos de una manera colorida, festiva y amorosa. Por unas horas ellos regresan al mundo de los vivos para unirse a sus familias y disfrutar juntos de los manjares favoritos del difunto.
Esta festividad está declarada Patrimonio Mundial Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2003. Considerada como una de las más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, es vista también como una celebración a la memoria, un ritual que privilegia el recuerdo sobre el olvido.
El acto de transformar la tristeza en alegría, el recuerdo en presencia gozosa, el llanto en risa y el luto en fiesta es una de las aportaciones simbólicas más intensas que México ha dejado al imaginario universal. Con los altares de muertos pretenden ayudar de manera lúdica a la reconciliación colectiva con la memoria, en donde se puedan resarcir los duelos de manera acompañada y generar empatía el uno con el otro como símbolo de duelo comunitario.
Los altares de muertos se instalan a lo largo y ancho de todo el país mexicano. Hay ciertos componentes comunes en todos los altares, como la representación de los cuatro elementos: agua, tierra (semilllas), fuego (velas) y aire (papel picado). Además se colocan objetos con importancia para las personas a las que se dedica el altar.
Entre los elementos del altar están las calaveritas de azúcar, alimentos y bebidas, fotografías, objetos personales, tapete de aserrín de colores, catrinas y calacas, mazorcas de maíz, la resina aromática conocida como copal, la cruz de sal, el pan de muerto, imágenes religiosas o flores que presentan la tierra. En definitiva todo aquello que gustaba o recuerda al ser querido.