Un nuevo estudio ha revelado que beber demasiado alcohol puede tener consecuencias graves para el cerebro. La investigación, publicada en la revista Neurology, analizó cómo el consumo excesivo de alcohol se relaciona con hemorragias cerebrales, el tipo de accidente cerebrovascular más mortal y discapacitante.
Los científicos estudiaron a 1.600 pacientes que recibieron tratamiento por hemorragias cerebrales en el Hospital General de Massachusetts entre 2003 y 2019. Descubrieron que los bebedores empedernidos, aquellos que consumen tres o más bebidas al día, sufrían un ictus, en promedio, 11 años antes que quienes bebían menos. Además, sus hemorragias eran más grandes y difíciles de tratar.
Estas personas también mostraban vasos sanguíneos más frágiles, rígidos y permeables. Tenían presión arterial más alta y menos células de coagulación, factores que agravan las hemorragias. Los escáneres cerebrales indicaron signos de envejecimiento del cerebro, especialmente daños en la sustancia blanca. Tras un ictus, más del 90 % necesitaban ayuda para realizar tareas básicas como vestirse o bañarse.
“El alcohol en altas dosis es tóxico para las células cerebrales”, explicó el Dr. Bruce Ovbiagele, de la Universidad de California en San Francisco. Aunque el estudio no prueba que el alcohol cause directamente hemorragias cerebrales, sí refuerza la evidencia de que el consumo excesivo daña los vasos sanguíneos y la salud cardiovascular, según apunta el Diario de Chihuahua.
A diferencia de los accidentes cerebrovasculares isquémicos, causados por coágulos de sangre, las hemorragias cerebrales ocurren por la rotura de un vaso y el sangrado dentro del cerebro. Pese a los avances médicos, tratar estas hemorragias sigue siendo complicado. “Es casi como si una bomba explotara en el cerebro”, señaló el Dr. Edip Gurol, neurólogo del Hospital General de Massachusetts.
El estudio también encontró que incluso quienes bebían solo dos copas al día desarrollaban hemorragias antes que los no bebedores. Esto resalta que no solo los empedernidos están en riesgo. Por eso, prevenir accidentes cerebrovasculares es crucial, especialmente si existen otros factores de riesgo como hipertensión, diabetes, obesidad o tabaquismo.
Los expertos coinciden en que tomar una copa ocasional probablemente no cause daño. Pero limitar el consumo de alcohol sigue siendo una de las formas más efectivas de proteger el cerebro y reducir el riesgo de ictus. A medida que las tasas de consumo bajan en Estados Unidos, los investigadores enfatizan que ninguna cantidad de alcohol mejora la salud.
Más estudios son necesarios para entender cómo el alcohol afecta al cerebro a lo largo de la vida y en diferentes poblaciones. Mientras tanto, la recomendación es clara: beber con moderación o no beber, y cuidar la salud cerebral desde temprano.