Hoy: 19 de febrero de 2025
Solemos citar una circunstancia dantesca sin haber leído a Dante o a Dulcinea sin haber escuchado más que refranes sueltos de El Quijote. Como superficialmente, también, opinamos de los demás sin más argumentos que alguna que otra anécdota interesada.
Pero yo, desde que la vi, ensortijada en rubios y de grácil figura, de sonrisa eslava y preferencias manifiestas, pensé que ella era la Dulcinea de Bélgica, la de simpar fermosura, donde van a desembocar todas las hazañas de los Hidalgos europeos, buscadores, como don Quijote, de irredentos facinerosos para enderezar sus entuertos. La Dulcinea de Bruselas no hace nada, pero espera. Los demás representantes de otros países, tampoco hacen gran cosa, pero aguardaban a que Trump fuera elegido para que intentase un acuerdo con Putin en la guerra de la Ucrania que él invadió.
Con su cuenta y su razón, Trump, se pone a dialogar con el Presidente ruso a ver si cesan las bombas y las injusticias. A nadie se le escapa que el Presidente de los Estados Unidos lleva días temblando sobre las consecuencias del desprecio con que el Gobierno de España le ha señalado. Por eso busca la paz que luego Dulcinea mostrará al mundo en su bandeja de plata.