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Dos DANAS y dos respuestas diferentes

Dos DANAS, dos respuestas diferentes

Una persona camina con un paraguas bajo la lluvia. / Rober Solsona - Europa Press

En el espacio de dos semanas España ha sufrido con toda la crudeza que se pueda imaginar, y sufre aún, los efectos de dos DANAS, curiosamente en las mismas zonas del Mediterráneo, el litoral malagueño y el valenciano. Decimos sufre aún porque como recoge este periódico, Málaga y Valencia permanecen en alerta roja y con el miedo en el cuerpo.

Dos ‘Danas’ en dos semanas pero dos respuestas diferentes. Y la clave está en la respuesta a las preguntas que podemos y debemos hacernos: ¿Hemos aprendido algo de la tragedia de Valencia? ¿Qué ha cambiado entre una y otra en la gestión de los recursos? Personalmente creo que hay un antes y un después en este país en las respuestas sociales y políticas ante una emergencia.

Del caos y la desorganización, del rifirrafe político entre administraciones por las diferencias de color en sus gestores, del indecente retraso en la toma de decisiones en la primera DANA que va desde la hora en la que se comunica la alarma a la población hasta la gestión de ayudas y recursos, en la DANA que causó ayer el caos en Málaga, y que esta madrugada ha tenido en vilo a las poblaciones valencianas, ha habido significativos cambios.

Puede que hayamos aprendido de los errores y el aviso de alerta roja en Málaga se hizo horas antes de que llegasen las precipitaciones, eso contribuyó a que colegios y universidades suspendieran las clases y se restringiera la circulación en zonas peligrosas. La fuerza de la naturaleza es difícil de contener, aunque sí de paliar si se limpian cauces o se deja de edificar en zonas inundables, pero la prevención ha evitado que haya víctimas y que los ciudadanos se vean sorprendidos por el desastre.

Es seguro que desde ahora cuando se lancen las alertas por riesgo extremo de una emergencia la población se lo tome enserio y adopte medidas para evitar riesgos y ponerse a salvo, y que los políticos sepan que la respuesta debe ser inmediata. Y todo esto es mucho. ¿Podemos imaginar cuántas víctimas y cuánto dolor nos habríamos ahorrado si lo que se ha hecho ahora se hubiese hecho hace dos semanas? Más vale tarde que nunca aunque nos haya costado sangre aprenderlo.

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