Dormir bien es de vital importancia para la salud física y mental. Así como el ejercicio y la alimentación equilibrada ayudan al buen funcionamiento del organismo, un sueño suficiente y de calidad aporta higiene mental. Dormir no solo significa descansar, también es darle armonía a la mente.
Cuando el descanso falla, los problemas comienzan a manifestarse. Aparecen cuadros de ansiedad, depresión, falta de concentración y pérdida de memoria. En casos extremos, incluso pueden ocurrir accidentes de tránsito o conductas de riesgo contra la propia vida.
El insomnio es frecuente en muchas personas y puede agravarse si no se recurre a un especialista y empeorar cuando se intenta tratar mediante automedicación. Hoy en día, el uso excesivo de pantallas, la sobreexposición a redes sociales, los desvelos y la mala alimentación terminan por desencadenar trastornos como la ansiedad, que en muchos casos escalan hacia la depresión.
Aunque el problema afecta a todas las edades, los casos más graves se observan en adolescentes y jóvenes, cuyo cerebro aún no ha alcanzado la madurez neuronal plena.
El psicólogo Antonio de Jesús Sarlat Acuña explica que dormir bien no solo es reconfortante, sino necesario para la salud y el equilibrio mental y emocional. Señaló:
«A mayor tasa de insomnio, mayor índice de depresión, ansiedad, complicaciones de la diabetes, falta de concentración y propensión a sufrir accidentes de tránsito»
De acuerdo con cifras oficiales, en Yucatán (México) se han registrado 1,673 diagnósticos de depresión en los últimos cinco meses. Una cifra preocupante, vinculada a los altos índices de suicidio en la entidad. En muchos de esos casos, el insomnio ha tenido algún grado de responsabilidad.
Sarlat Acuña es egresado de la Universidad Anáhuac Mayab y está formado en psicoterapia focalizada en las emociones y diplomado en logoterapia. Actualmente trabaja como psicólogo clínico en Meeting Doctors, empresa de telemedicina con presencia en México, Brasil, varios países de Latinoamérica, España, Polonia y República Checa. Es más, también cursa la maestría en Psicoterapia Cognitivo-Conductual.
En una entrevista recogida por Diario de Yucatán, destacó que lo ideal es dormir entre 8 y 10 horas. Más allá de la cantidad, lo esencial es la calidad del sueño, uno fluido y sin interrupciones. Para ello deben existir condiciones ambientales y biológicas adecuadas. Agentes y estímulos externos pueden afectar la capacidad de lograr un descanso reparador. Dijo:
«La sobreexposición a las pantallas de los dispositivos digitales, a las redes sociales, a la cantidad de horas que dedican las personas a navegar por éstas, a ‘scrollear’ (deslizar el contenido hacia arriba), puede interferir gravemente con las funciones biológicas del cerebro que hacen posible conciliar el sueño»
El experto afirma que:
«La higiene del sueño son todos aquellos hábitos y conductas que facilitan el buen dormir en los individuos, una forma de llevar ordenadamente el ciclo circadiano (entiéndase el reloj biológico). Cuando las personas padecen insomnio este ciclo se ve alterado y, por ende, el organismo no produce las sustancias que hacen posible conciliar el sueño.
Desvelarse frente al celular, la computadora o el televisor y estar expuestos a la luz que estos dispositivos emiten frena la producción de melatonina, que es un elemento que posibilita el sueño y avisa al cuerpo que ya es tiempo de dormir. Las redes sociales llenan a las personas de estímulos de toda índole, de repente son horas y horas de sueño robado que se pretende recuperar sin consecuencias y es ahí donde el organismo se resiste al dormir»
Añade:
«Es cierto que existen otros agentes y factores que generan insomnio: el excesivo consumo de café, especialmente a deshoras; en algunos casos el hacer ejercicio puede no ser una buena idea, lo que cenamos y las cantidades ingeridas…
Si bien esto de alguna forma lo podemos controlar con voluntad, no dormir por varias noches va generando ansiedad, angustia y depresión, la mente comienza a pensar mucho: malos recuerdos, pesadillas y preocupaciones abonan a un estado de angustia tal que la persona por más que quiera no puede dormir»
El abordaje clínico del insomnio es multifactorial. Puede incluir apoyo psiquiátrico con medicamentos de prescripción controlada, como ansiolíticos, según la gravedad. También requiere abordaje psicoterapéutico, con terapia periódica para trabajar el problema desde el interior de la mente.
Medicación, perseverancia y cambios de hábitos resultan determinantes para la recuperación del paciente. Entre los ajustes recomendados se encuentran el establecer una rutina fija para dormir, desconectarse de dispositivos electrónicos entre 30 y 60 minutos antes de acostarse; y mantener la habitación en condiciones óptimas (oscuridad, silencio, temperatura cercana a los 24 grados y un colchón confortable).
Además, es bueno cenar temprano y ligero, realizar ejercicio preferentemente por la mañana, evitar café después de las seis de la tarde. y mantener una dieta saludable.
En internet circulan técnicas para conciliar el sueño con rapidez. Algunas incluyen aromaterapia, música relajante, respiración profunda, duchas tibias, infusiones de manzanilla o valeriana, un vaso de leche caliente o ejercicios de relajación como contar ovejas. Otros recomiendan contar en silencio del 100 al 0 o recurrir a la oración.
El uso de magnesio como complemento vitamínico es otra alternativa mencionada. Sin embargo, Sarlat Acuña advierte que los medicamentos y ansiolíticos deben estar siempre bajo prescripción profesional, ya que la automedicación no es una opción segura.