El Reino Unido, Australia, Canadá y Portugal el pasado domingo; Francia y otros países este lunes.
El reconocimiento diplomático de Palestina, un estado que no existe, avanza. Es una medida de carácter simbólico, ya que si bien debería ir acompañado de medidas concretas como el embargo de armas, por ejemplo, los nuevos reconocimientos no parecen medidas ir en esa dirección, aunque se prometen en ese sentido.
Pedro Sánchez dio el paso el 28 de mayo de 2024 junto con Noruega, Irlanda y Eslovenia, y dieciséis meses más tarde ha anunciado el embargo de compraventa de armas a Israel, y otras medidas, a través de un decreto-ley que será aprobado en el consejo de ministros precisamente de este martes 23 de septiembre.
Pero el que sean actos simbólicos, como se mofa de ellos la derecha y la ultraderecha, no significa que sean un rayo en cielo sereno, por así decir, ya que son el resultado de una movilización sin precedentes de la opinión pública mundial contra el gobierno de Benjamín Netanyahu, de las manifestaciones de centenares de miles de estudiantes en las principales universidades de todo el mundo, comenzando por las de Estados Unidos, que han sufrido una agresión al estilo de la cruzada antidemocrática y anticomunista del senador. El republicano Joseph McCarthy, el hombre que ha sido relevado, por una figura más poderosa,: el presidente de Estados Unidos Donald J. Trump.
La declaración Balfour, que prometía hacer todos los esfuerzos para que el pueblo judío pudiera instalar su hogar nacional en Palestina, un territorio ocupado por los árabes palestinos, llevó tiempo y acontecimientos extraordinarios para concretarse.
Entre ellos el genocidio practicado por los nazis, que comenzó en los años treinta, y que fue adoptado en forma industrial a partir del 20 de enero de 1942, en la conferencia de la solución final , en Wansee, en las afueras de Berlín.
Seis millones de judíos murieron fusilados y en las cámaras de gas, sobre los 11 millones que preveía el plan elaborado por el responsable de los asuntos judíos, Adolf Eichmann, según los documentos que aportó a los jerifaltes reunidos en aquella jornada preparatoria.
Los países que están reconociendo ahora a Palestina, que son parte de las Naciones Unidas, no han cumplido con la Convención contra el Genocidio entrada en vigor el 12 de enero de 1951, cuatro años después de la partición de Palestina en 1947, cinco después de la creación del Estado de Israel en mayo de 1948 y seis tras el final de la guerra árabe-israelí, en junio de 1949.
Porque no han adoptado medidas para frenar el genocidio, iniciadas de manera constante como mínimo después de la retirada israelí de Gaza en 2005, sin contar con la Nakba : la expulsión de 700.000 palestinos tras la guerra de 1948, lo que los israelíes denominan la guerra de independencia.
Y tampoco cuando Sudáfrica mantiene una demanda por genocidio en Gaza en el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, que la admitió a trámite el 26 de enero de 2024. La resolución es “por posible genocidio”, una definición que debía llevar a los países firmantes de la Convención
-como España- a adoptar medidas contra Israel.
Se puede decir que el reconocimiento y algunas de las medidas que se están adoptando son poca cosa y llegan tarde, cuando las imágenes y las cifras del genocidio entran en los salones de millas de millones de ciudadanos de todo el mundo cada día, más abiertamente desde el 7 de octubre de 2023, cuando las milicias de Hamás sorprendieron a Netanyahu, que contaba precisamente con ellas para guardar el orden en Gaza, según confesó en junio pasado, y cruzaron el territorio causando 1.200 muertos.
Una incursión que ha servido de excusa para acelerar un genocidio que necesitará ser complementado con una limpieza étnica toda vez que Israel ya domina todo lo que se denomina el “Gran Israel”.
Las instituciones internacionales consideran las cifras oficiales del ministerio de Salud de Gaza -65.344 este lunes 22 desde septiembre- infinitamente por debajo de la realidad de centenares de millas de muertes, la mayoría civiles, mujeres y niños.
Que el primer ministro del Reino Unido, Keith Starmer, representante del ala más derechista de la Internacional Socialista a la que pertenece el partido Laborista que gobierna el Reino Unido haya reconocido a Palestina supone desde luego una reacción a su deterioro político. El Reino Unido está en el origen de la idea de crear el Estado de Israel en Palestina.
Un deterioro que ha facilitado en Londres una de las manifestaciones ultraderechistas (150.000 personas) contra la inmigración más importantes desde el fascismo británico encabezado por Osward Mosley en los años treinta del siglo XX.