A medida que aumentan las temperaturas globales, nuevas investigaciones revelan que el calor extremo no sólo representa riesgos inmediatos para la salud, sino ahora también cómo impacta en los adultos mayores. Así, este hallazgo subraya la urgencia de acelerar la acción climática e implementar medidas de protección para las poblaciones más vulnerables.
Un estudio recientemente publicado en Science Advances halló que los residentes de barrios que experimentan más de 140 días de calor extremo al año, es decir, con 32 grados centígrados o más, presentan envejecimiento acelerado a nivel molecular que aquellos que viven en zonas más frescas.
Jennifer A. Ailshire, autora principal del estudio e investigadora de la Facultad de Gerontología Leonard Davis de la Universidad del Sur de California, y Eunyoung Choi, becaria posdoctoral de la misma institución, encontraron que las olas de calor y el aumento de las temperaturas debido a la crisis climática podrían modificar a nivel químico el ADN de las personas provocando envejecimiento biológico.
Es decir, la edad biológica refleja el estado funcional del cuerpo de una persona a nivel molecular, celular y sistémico, a diferencia de la edad cronológica, que es simplemente el número de años vividos. Una edad biológica acelerada o envejecida indica mayor riesgo de enfermedades y mortalidad.
Hay personas que parecen envejecer más rápido que otras, y se debe a que el envejecimiento biológico no siempre coincide con el cronológico.
La muestra estuvo conformada por poco más de tres mil 600 adultos participantes del Estudio de Salud y Jubilación entre 56 años o más de todo Estados Unidos, utilizando muestras de sangre recolectadas en diferentes momentos durante seis años.
Las investigadoras analizaron biomarcadores o reloj epigenético (prueba que mide la edad biológica de una persona a partir de su ADN); después, los cálculos de la edad fueron estudiados junto con datos climáticos diarios durante seis años y se compararon entre las distintas zonas geográficas de Estados Unidos.
De ahí el envejecimiento biológico más acelerado en las personas que viven en zonas con temperaturas de 32 grados centígrados o más durante más días que aquellas que viven en lugares menos calientes.
El estrés que provoca una ola de calor en una persona mayor no es igual al de una más joven, porque la primera no tolera el calor y le cuesta trabajo regular su temperatura corporal.
Si bien este estudio arroja información valiosa, es necesario comprender cómo los factores de estrés ambiental, como el calor extremo, afectan la salud de las personas en las diferentes etapas de la vida, también debe incluirse el estilo de vida y las enfermedades preexistentes o comorbilidades.
Los hallazgos del estudio tienen implicaciones significativas para la salud pública, ya que la crisis climática está provocando olas de calor más frecuentes e intensas.
Tan sólo recordemos que la Organización Meteorológica Mundial ha informado que los años más cálidos de los que se tiene registro a escala mundial van de 2015 a 2024, siendo este último el más caliente de todos.
Las temperaturas globales anuales han superado en al menos un grado centígrado los niveles preindustriales, pero 2024 estuvo 1.55 grados centígrados por encima.
El año pasado, el calor extremo sofocó el planeta durante varias semanas con consecuencias mortales. En América del Norte, los domos de calor, que es un sistema de alta presión estático que retiene e intensifica las temperaturas, cubrieron grandes zonas de Estados Unidos y gran parte del territorio de México, donde el calor extremo causó la muerte de más de 180 personas.
Recordemos también que una ola de calor mortal mató a mil 301 personas durante la peregrinación anual del Hajj, en Arabia Saudita.
La organización World Weather Attribution, conformada por científicos del clima, en junio del año pasado halló que las olas mortales de calor en Centroamérica, México y el suroeste de Estados Unidos son 35 veces más probables debido a la inestabilidad climática de origen antropogénico.
Y aunque todavía no llega oficialmente la primavera, las altas temperaturas ya sofocan el país desde hace algunas semanas.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, México experimentará en 2025 al menos cinco olas de calor y la primera se experimentó entre el 4 y 8 de marzo.
El fin de semana pasado, la Secretaría de Salud recordó algunos impactos del calor en la salud de las personas e hizo recomendaciones.
Entre las afectaciones se encuentran deshidratación, insolación, calambres, quemaduras y golpe de calor, además, las altas temperaturas pueden empeorar enfermedades crónicas como las cardiovasculares y respiratorias, siendo los más susceptibles los niños pequeños y los adultos mayores. Por ello, la dependencia recomendó mantenerse hidratado, evitar la exposición prolongada a la radiación solar y el uso de bloqueador.
La crisis climática altera las temperaturas y ya experimentamos periodos más largos de calor extremo; por ello, sí o sí, descarbonizar las economías no es una opción, es una urgencia.
Por lo pronto, no queda de otra, debemos aclimatarnos a los calores infernales y —muy seguramente— en México también nos enfrentaremos a un envejecimiento acelerado a nivel molecular. No olvidemos que hay millones de personas que viven en lugares con temperaturas diarias por arriba de los 32 grados centígrados la mayor parte del año. Otros millones más trabajan a la intemperie, bajo los rayos del sol, como la gente del campo o trabajadores de la construcción.
*Por su interés, reproducimos este artículo de Lorena Rivera, publicado en Excelsior.