El exembajador estadounidense Víctor Manuel Rocha podría ser sentenciado hasta con la pena de muerte, y su dilatada trayectoria como espía desmiente el argumento de Cuba de que no tiene objetivos de Inteligencia contra Estados Unidos y que su espionaje está debilitado. La nueva crisis bilateral pilló al presidente Díaz-Canel en Irán y a Raúl Castro acabando de recibir al ministro del Interior de Rusia
CARLOS CABRERA PÉREZ
El Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) cazó al penúltimo espía cubano en 2022, pero fiel a su práctica operativa, mantuvo en secreto el hallazgo y controlado al “traidor” hasta esta semana, cuando hizo público que un exembajador estadounidense, identificado como Víctor Manuel Rocha, trabajaba para La Habana desde 1981, cuando Ronald Reagan mandaba en la Casa Blanca y la Unión Soviética había abandonado parcialmente a los Castro.
Este lunes, el Departamento de Justicia de Estados Unidos informó que Víctor Manuel Rocha, de 73 años, origen colombiano y familia obrera, criado en Nueva York, que recibió becas para estudiar institutos y en Harvard; y llegó a embajador en Bolivia y Argentina y miembro del Consejo de Seguridad Nacional, fue acusado de espiar para Cuba durante 40 años.
“Estamos ante una de las infiltraciones de mayor alcance y duración en el Gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero”, aseguró el Fiscal General, Merrick Garland.
Cuba guarda silencio, como hace habitualmente en estos casos y la nueva crisis bilateral pilló al presidente Miguel Díaz-Canel de visita oficial en Irán, mientras Raúl Castro acababa de recibir al Ministro del Interior ruso en La Habana.
La Habana está “empeñada en hacernos creer que no representa un peligro para nosotros, en los ámbitos militar y de espionaje, pero nada más lejos de la realidad y para ello no han dudado en propalar que sus servicios secretos se han debilitado, pero no es así, como demuestra el caso Rocha”, dijo a FUENTES INFORMADAS un oficial de la CIA que rehusó ser identificado.
Aunque Washington ha suministrado información parcial y sucinta, el dilatado espionaje contra Estados Unidos podría implicar su condena a muerte, con arreglo a la legislación vigente. Un agravante para Rocha es su posible involucramiento en el derribo de dos avionetas de “Hermanos al rescate”, en 1996, cuando el acusado se desempeñaba entonces como segundo de la misión diplomática norteamericana en La Habana y comentó detalles del derribo con “Miguel”, un oficial del FBI, al que creyó su nuevo enlace con la Inteligencia castrista. En el derribo murieron tres ciudadanos norteamericanos y un cubano residente legal en Estados Unidos.
Pero la sentencia más probable que reciba Rocha será la de cadena perpetua; “siempre que coopere fehacientemente y ofrezca información de calidad, aunque no sea todo lo que sabe”, sostuvo un oficial del FBI vinculado con el caso y nombrado Haley. Estados Unidos no condena a muerte a ningún espía desde 1953, cuando ejecutó en la silla eléctrica a los esposos Ethel y Julius Rosenberg, tras probarse su espionaje para la entonces Unión Soviética.
El descubrimiento aleja cualquier opción de deshielo bilateral, como venían reclamando sectores estadounidenses favorables a una distensión y una vuelta al deshielo Obama, que el presidente Biden rechaza de plano, eligiendo lo que en Washington llaman la “tercera vía”; intermedia entre la política dura de Donald Trump y la de “máxima apertura” de Barack Obama.
En esta ocasión, habituales defensores de la “tercera vía” han criticado la traición del espía, que había jurado lealtad a Estados Unidos y a la Constitución, desde su primer empleo público; mientras que aliados del castrismo en Estados Unidos, habitualmente activos, han enmudecido.
En los últimos dos años, La Habana ha exigido salir de la lista de países patrocinadores del terrorismo y el levantamiento del embargo comercial -una vieja demanda- pero la semana pasada, Washington mantuvo sus sanciones inalterables.
La caída de Rocha confirma por cuarta vez, en los últimos 25 años, que “Cuba miente cuando asegura que sus únicos objetivos en Estados Unidos son exiliados violentos”, dijo a FUENTES INFORMADAS el ex oficial de la Inteligencia cubana, Enrique García Díaz, que sigue considerando a su antiguo servicio “un peligro latente para la seguridad nacional de Estados Unidos” y recordó los casos de la Red Avispa (1998), Ana Belén Montes y la prófuga en Suecia María Rita Velázquez (2001) y de los esposos Gwendolyn y Walter Myers (2009).
“Estos cuatro episodios confirman que la Inteligencia cubana sigue operando contra Estados Unidos con igual intensidad, que no debemos ignorar, porque una de las primeras misiones de un agente cubano es indicar al centro otros agentes potenciales en su entorno, para que sean el relevo, llegado el momento operativo indicado”, subrayó García, que desertó del servicio cubano, en 1989.
Pieza maestra
El FBI, una vez que tuvo suficientes indicios sobre la “traición” de Rocha, descubrió que La Habana había sumido a su viejo espía en un letargo operativo y suplantaron a su enlace cubano por un experimentado oficial estadounidense, que le hizo creer que jugaban en el mismo bando, según la versión oficial.
El oficial de la CIA calificó de “masterpiece (pieza maestra)” el operativo federal porque se “enfrentaron a un espía bien entrenado por La Habana que, antes de cada reunión con el supuesto oficial que lo monitoreaba, establecía una rutina de vigilancia y contra vigilancia, incluso horas antes de cada encuentro con quien creía su aliado”.
“Buenas tardes embajador, me llamo Miguel y tengo un mensaje para usted de sus amigos de La Habana. Se trata de un asunto delicado. ¿Está disponible para una llamada telefónica?”, decía el escueto whatshapp. “No entiendo, pero puede llamarme”, respondió Rocha, como consta en el sumario adelantado parcialmente por las autoridades federales.
Más tarde ese mismo día, hablaron por teléfono, en una conversación que fue grabada por la contrainteligencia norteamericana. “Miguel” le comentó a Rocha que había “problemas en la isla y en nuestra embajada en Santo Domingo”, y le pidió mantener un encuentro en persona. Acordaron verse al día siguiente, el 16 de noviembre de 2022, frente a la Primera Iglesia Presbiteriana de Miami, en el barrio de Brickell, a las 10 de la mañana. Encuentro que fue grabado por el FBI.
Mientras se desplazaba al lugar de la reunión, Rocha realizó una ruta de detección de vigilancia (SDR) acorde con las técnicas de la DGI cubana, el operativo del FBI detectó que Rocha tomaba un camino indirecto, más largo y tortuoso hacia la iglesia, en lugar de ir directamente. Además, se detuvo durante la ruta en un lugar durante varios minutos para poder observar el lugar de la reunión desde una distancia segura. El uso por Rocha de técnicas de contravigilancia es coherente con su formación previa en operaciones encubiertas, narró el oficial Haley.
Durante el encuentro, el presunto representante de la DGI se presentó como “un representante encubierto en Miami”, cuya misión era “contactar con usted, presentarme como su nuevo contacto y establecer una nueva planta de comunicaciones”.
“Quiero que le digas a mis “compañeros que aprecio y agradezco mucho esta alerta”, comentó Rocha, y explicó que durante su último contacto con la DGI, “pude viajar a La Habana, donde tuve una larga reunión”.
Asimismo, Rocha le dijo a “Miguel” que en sus conversaciones iniciales no deberían hacer mención a “La Habana, tenemos otro nombre. Nunca utilizamos La Habana. Suelo decir La Isla. Nunca utilizo C o H”. Y agregó: “Desde que la Dirección me pidió que llevara una vida normal, he creado la leyenda de ser una persona de derechas”.
El último contacto entre el espía y el Centro Principal de La Habana se produjo en 2017, siempre según el sumario que maneja el Departamento (Ministerio) de Justicia, con evidencias aportadas por el FBI.
La captura de Rocha ocurre en medio de una aguda crisis política y económica en Cuba, que ha provocado el encarcelamiento de más de mil presos políticos y una estampida migratoria, hacia Estados Unidos, vía Nicaragua, de medio millón de personas entre 2021 y 2022, según cifras oficiales estadounidenses.
Hasta el momento de redactar esta nota, La Habana ha desoído las peticiones de Washington, la Unión Europea y el Vaticano para que libere a los presos políticos e inicie una transición pacífica a la democracia; pero en Estados Unidos el director del FBI ha anunciado una profunda remodelación del servicio exterior y un monitoreo más estricto de los diplomáticos y la administración.
“El siguiente objetivo es descubrir quién es el relevo de Rocha porque él solo es el penúltimo de una larga secuencia de espías de Cuba contra Estados Unidos y, cuando le dijeron que asumiera una vida normal, lo estaban durmiendo, pero no desactivando totalmente”, apuntó el oficial CIA, con dilatada experiencia en América Latina y el Caribe, donde “La Habana aún campea a sus anchas porque sus servicios son más débiles que los nuestros, aunque tampoco estamos a salvo de fallos, como el que acaba de salir a la luz pública”, concluyó.