La hispano-venezolana se formó en Barcelona y tuvo una carrera meteórica
La tenista española Garbiñe Muguruza puso fin a su carrera tras una década notoria que devolvió al tenis femenino español a lo más alto, con la esperanza de algún día poder mirar más allá de las pistas, aprovechando las oportunidades de su éxito, y recuperar el tiempo invertido.
Muguruza, nacida en Caracas el ocho de octubre de 1993, fue un ciclón en el circuito femenino que arrasó y se marchó con el mismo estruendo. La hispano-venezolana se formó en Barcelona y tuvo una carrera meteórica, con mucha calidad y agresividad en su juego.
Garbiñe se demostró a sí misma que era capaz de ser la mejor y lo hizo en más de una ocasión, remontando también de malos momentos a cimas gloriosas. Después de más de un año sin pisar las pistas, su adiós estaba a la espera de un anuncio oficial que llegó el sábado en Madrid, bajo el debate de hasta dónde hubiese podido llegar.
Así fue su carrera, como la de cualquier otra estrella, bajo el escrutinio del aficionado/entrenador que cada uno lleva dentro, que si fue irregular o no lo dio todo. Sin embargo, Mugu llevó las riendas a su manera y logró un palmarés de leyenda del tenis y, en concreto, del deporte español, con una colección de grandes éxitos que incluyen dos ‘Grand Slam’ y el título de Maestra de la WTA.
Garbiñe empezó fuerte y llegó rápido a lo más alto, algo que hace pequeño todo lo que no sea un triunfo tras otro. En su debut en el circuito de la WTA en 2012 impresionó en Miami eliminando a dos cabezas de serie para llegar a octavos de final, lastrada después por una operación en el tobillo que le hizo retroceder en 2013.
Con todo, la joven Garbi lo seguía teniendo claro y en 2014 ganó su primer título en el torneo de Hobart, llegando después a cuartos de final de Roland Garros, donde firmó su primera de las cuatro victorias que protagonizó contra Serena Williams.