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Amores fugitivos

Amores fugitivos. | Flickr

Tengo amigos que al amanecer hablan con sus macetas. Otros, que cuando abrazan parece que te cachean, a ver si encuentran en la palmadita algo más allá del afecto. La mayoría, han aprendido a esconder sus secretos bajo la mirada y sólo se puede descubrir en ellos el recorrido de las oscuridades.

“No vengas tarde, cariño”, me suplicaba una noviecilla que tuve en Salamanca. Esa semana yo fui puntual todos los días y ella esperaba con un vestido nuevo, como quien quiere hablar con los colores. Pero uno de esos días fui impuntual y ya no estaba. Y nunca más estuvo en las tardes sucesivas… Aprendí, entonces, que el amor huye de pronto por sus calles de escapada hasta que en una de sus revueltas encuentra nuevamente a alguien para citarse y empezar. Para ir preparando el modo de la retirada.

Se murieron allí mismo sus caricias. Llueve, sobre la piedra gastada de todos los encuentros.

pedrouve

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