A España entera se le han agrandado los ojos por el asombro de una inmensa tragedia que, en parte, pudo ser evitada. No quisiera entrar en la desembocadura de las culpabilidades. Me duele sólo reflexionar sobre ellas. Esta mañana, sobre todo, siento que a los muertos, a tantos hermanos muertos, debemos ofrecerle una plegaria, una flor y la inmediata ayuda a sus familias, que han quedado desoladas, sin el sol de adentro.
Hay que estar preparados para cuando la vida se ponga tan violenta como ahora. Y tener muy presente aquello de Mío Cid: “¡Oh Dios qué buen vasallo si hubiese buen señor!”. En España, aunque parece que no estamos sobrados de ese “buen señor”, militares, fuerzas de seguridad, guardias civiles y ciudadanos anónimos, se han lanzado a corregir la debilidad de los mandos, que tan mal han interpretado la urgencia de las necesidades. ¡Si hubiese habido buen señor!…
Una plegaria, una flor y la ayuda de todos para los que quedan, es lo único que podemos ofrecerles y, especialmente, la de estos héroes que sólo tienen el salario el Cielo. Y la Paz, por el amor cumplido.
pedrouve