Hoy: 27 de noviembre de 2024
JESÚS ALBARRACÍN
Antonio Trujillo fallece a los 64 años en el estadio Nuevo Los Cármenes por un paro cardíaco. Sólo se habían disputado 16 minutos de partido entre el Granada Club de Fútbol y el Athletic Club de Bilbao cuando el colegiado madrileño Ortiz Arias canceló el encuentro tras conocer la defunción de este aficionado, natural de Salobreña.
El fútbol es un deporte repleto de sentimientos en el que no siempre gana el que más goles mete. Tan simple como complejo, simple por las normas que lo regulan y complejo por el sinfín de emociones que lo encumbran, un juego que sigue caracterizándose como el ‘deporte rey’. Buen ejemplo de ello es Antonio Trujillo, un aficionado con más de sesenta años que hoy nos ha dicho adiós, desde su asiento de abonado en el estadio Nuevo Los Cármenes. “Se ha ido como le habría gustado irse”, asegura Nuria, su mujer.
Antonio dejaba atrás 16 años de abonado, desde Segunda B hasta Primera División, con partidos de albero y hasta el Santiago Bernabéu hace tan sólo una semana. Recuerdos del ‘EuroGranada’ e incluso de aquel equipo modesto que se atrevió a disputar una final de Copa del Rey ante el mismo rival que hoy contemplaba en su estadio, el de casi toda la vida. Un seguidor que luchaba contra el cáncer con el mismo lema que reza su equipo, el de la ‘Eterna Lucha’.
Esa era su manera de entender este deporte. Antonio entendía su equipo como un espejo de vida y compromiso personal. Un equipo crecido ante la adversidad. Él, identificado con los valores del club nazarí, se despide dejando entre lágrimas a una grada que le dice adiós dándole las gracias por su entrega durante tantos años.
El fútbol, carrusel de emociones tantas como de goles o asistencias, escenario en el que en cada encuentro se reúnen los de siempre para arropar a los suyos, a los jugadores que visten un escudo para dignificar a quienes entregan pasión y toda clase de esfuerzos con el mero objetivo de ver a su club en lo más alto. Antonio Trujillo era uno de esos fieles seguidores, los que constituyen un valor patrimonial tan esencial como la historia que acompaña a su equipo de fútbol.
Entre una grada sobrecogida, expectante por ver cómo evolucionaba el estado de salud de su compañero de asiento durante la jornada de este domingo, el Nuevo Los Cármenes dejaba paso a otro partido. Antonio falleció en su asiento, el de siempre, el mismo en el que había visto jugar a su Granada contra el Melilla o el Alcorcón y que ahora disfrutaba de hacerlo ante el Athletic Club de Bilbao.
“Su ilusión era ir a ver a su Granada”, cuenta su esposa Nuria. “Se fue como habría querido irse”, añade. Porque Antonio era uno de esos aficionados que hacen grande a un club de fútbol, un seguidor acérrimo que esperaba ansioso a que llegase la jornada de liga para viajar desde Salobreña hasta la capital granadina y sentarse en su sitio de siempre, en el Nuevo Los Cármenes, desde el que gritó goles y se abrazó con sus ‘vecinos’ cuando Bryan, Dani Benítez, Brahimi o Carlos Martins generaban ocasiones o marcaban.
El granadinismo llora la pérdida de uno de los suyos, un aficionado que siempre será recordado y al que todos sus compañeros de asiento desean dedicarle la próxima victoria del Granada. Se ha marchado a los 64 años por un paro cardíaco en ‘su casa’, el estadio al que seguirá viniendo para celebrar el siguiente gol de su equipo en “el sitio donde habría querido decir adiós”.