Hoy: 4 de diciembre de 2024
Para los no creyentes esta noticia les trae al pairo (curiosa palabra) y para los creyentes sí les ha afectado. Aunque como no podía ser de otra manera, los hay creyentes, muy creyentes y ultraconservadores de la fe.
Dentro de estos últimos se sabe que este nombramiento no ha sentado nada bien, como en su momento no gustó el nombramiento del arzobispo Carlos Osoro para Madrid, y como mucho más disgusto cuando “el espíritu santo” nombró al cardenal Bergoglio como nuevo Papa.
Pero eso es otra historia.
Yo les quiero comentar la influencia de esta noticia con respecto a la España actual.
En la época de la dictadura la Iglesia española estaba tan sometida (por propia voluntad e interés, dicho sea de paso) al régimen, que para que se nombrara a un obispo en España, la terna de tres candidatos la tenía que ver primero Franco, y si estaba de acuerdo con los nombres, entonces se mandaba al Vaticano para que el Papa eligiera.
Ello da una idea de la tremenda fuerza que tenía la Iglesia en España, con la anuencia del gobierno.
Muerto el dictador y con la nueva Constitución española del año 78 esto cambió y la propia Constitución en su capítulo 16 habla de la laicidad de España, por lo que se suponía que la Iglesia perdía todo su poder y capacidad de influencia en todo el estado
No fue así, ni mucho menos, aunque oficialmente sí lo fuera.
Hay que recordar que en el año 95, del siglo pasado -hace menos de treinta años- nombraron monseñor Ricardo Blázquez (Ávila) como obispo de Bilbao, y el entonces político nacionalista Xavier Arzalluz, comentó con desprecio la famosa frase de “un tal Blázquez”, refiriéndose al obispo, que tanto juego dio a la prensa por aquellos tiempos.
Comentario sibilino dicho por un exjesuita (Arzalluz fue sacerdote de los jesuitas) pero que demostraba que todavía por aquellas fechas, la importancia de que un obispo fuera o no, de su tierra, era mucha.
Es decir, la Iglesia seguía teniendo mucho poder.
Por cierto, el tal Blázquez aprendió en un tiempo récord el eusquera, idioma que no hablaban muchos de los que le criticaron.
Volviendo al nombramiento de hoy, tengo el enorme placer de conocer personalmente a José Cobo, le traté bastante en su época de Vicario de la Vicaría II de Madrid y puedo asegurar que es un hombre de una tremenda humildad y cercanía con todo el mundo.
Podría decir, que en la línea del cardenal Osoro y del Papa Francisco es bastante progresista.
Dicho así, tampoco quiero exagerar, puede parecer que es un izquierdista, o como ya he oído
de alguno de los ultraconservadores un “rojo de mierda”.
No, no, ni una cosa ni la otra.
Es un hombre con una marcada tendencia socialdemócrata, pero dentro de la moderación que ha marcado su vida sacerdotal.
Hay mucha gente en la iglesia madrileña que estará mordiéndose los puños de rabia, pero sobre todo hay uno que, a su avanzada edad, lo estará pasando muy mal. Rouco Varela.
Al nuevo arzobispo de Madrid le tengo un especial cariño porque, además de todo lo anterior, es de Sabiote un pueblo de Jaén cercano a Baeza y de la zona de mi familia.
Y eso marca.