Ante el inicio de 2026, la Iglesia Católica de México ha lanzado un mensaje que invita a la reflexión profunda. En un contexto marcado por la violencia, la incertidumbre social y el desgaste emocional de miles de personas, la Iglesia propone un camino distinto: construir una paz desarmada y desarmante. No se trata solo de la ausencia de conflictos, sino de un proceso que comienza en la vida interior de cada persona.
Desde su editorial Desde la Fe, la Iglesia subraya que hablar de paz implica asumir responsabilidades personales. Sanar heridas, revisar actitudes y cuidar el mundo interior se vuelven pasos esenciales. El texto recuerda que el dolor no atendido puede transformarse en enojo, indiferencia o agresividad, afectando tanto a la persona como a la comunidad. Por eso, la propuesta no evade la dimensión social del problema, pero insiste en que ninguna transformación colectiva es posible sin un trabajo personal previo.
En sintonía con el llamado del papa León XIV y con el Diálogo Nacional por la Paz, la Iglesia plantea estos propósitos como una respuesta ética y espiritual frente a una realidad compleja. No busca imponer soluciones rápidas, sino ofrecer orientaciones concretas para vivir el año nuevo con mayor conciencia, empatía y compromiso, según la Vanguardia MX.
Los 12 propósitos propuestos funcionan como un itinerario personal y comunitario. Entre los primeros, se destaca la importancia de cultivar el silencio y la oración como espacios de autoconocimiento. Escuchar la propia vida interior permite reconocer miedos, frustraciones y deseos, y evita que se expresen de forma destructiva.
Otro eje central es la escucha activa de quienes no tienen voz. La Iglesia pone especial atención en las víctimas de la violencia, sus familias, las personas desplazadas y las comunidades heridas. Escuchar no significa solo oír, sino acompañar y reconocer el sufrimiento ajeno sin indiferencia.
El cuidado de la salud mental y emocional ocupa también un lugar relevante. Pedir ayuda cuando es necesario y acompañar a quienes viven ansiedad, depresión o desesperanza se presenta como un acto de responsabilidad y amor. En esta línea, se propone desarmar el corazón mediante el perdón y la reconciliación, sin renunciar a la verdad ni a la justicia.
Otros compromisos incluyen educarse para la paz, revisar el consumo de información y las relaciones que alimentan el miedo o el odio, y participar activamente en la comunidad para fortalecer el tejido social. La Iglesia también llama a ejercer una ciudadanía responsable, rechazar la corrupción y proteger la vida en todas sus etapas, con especial cuidado hacia niñas, niños y adolescentes.
Finalmente, se invita a practicar obras de misericordia y a hacer coherente la fe con la vida diaria. La Iglesia insiste en que estos propósitos no son ideales inalcanzables, sino decisiones cotidianas que, paso a paso, pueden sembrar una paz real y duradera en la sociedad mexicana.