El escenario político en Extremadura entra en una fase decisiva tras las elecciones del 21 de diciembre. La presidenta en funciones de la Junta, María Guardiola, ha dejado clara su hoja de ruta: gobernar en solitario desde el Partido Popular y pedir a Vox que facilite la investidura mediante una abstención responsable. Un mensaje directo, sin rodeos, que busca desbloquear la situación institucional y devolver estabilidad a la región.
Guardiola defiende que el resultado electoral ha sido contundente. Más de un 60% del electorado ha apostado por opciones de centro derecha, lo que, a su juicio, legitima un Ejecutivo del PP sin necesidad de coaliciones forzadas. “Lo que los extremeños piden es un gobierno en solitario capaz de llegar a acuerdos”, ha señalado, insistiendo en que su propuesta no es de exclusión, sino de diálogo posterior para sacar adelante cuestiones clave como los presupuestos regionales.
En esa línea, ha recordado que los bloqueos presupuestarios fueron precisamente los que llevaron a esta repetición electoral. Por eso, propone separar los tiempos: primero, facilitar la investidura; después, negociar medidas concretas. Un planteamiento que, según Guardiola, responde al interés general y no a cálculos partidistas, según Europa Press.
La dirigente popular también ha valorado positivamente la reflexión del expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, quien sugirió que el PSOE debería plantearse la abstención. Guardiola extiende esa lógica a Vox: dejar gobernar y ejercer después una oposición útil o una colaboración puntual cuando sea necesario.
Guardiola no cuestiona la posibilidad de acuerdos con Vox. De hecho, recuerda que tras las elecciones de 2023 fue capaz de cerrar un pacto basado en 60 medidas orientadas al progreso de Extremadura. El problema, señala ahora, no es el acuerdo en sí, sino las formas. Lamenta que Vox haya optado por una estrategia de imposiciones, amenazas e insultos, alejándose del respeto institucional que exige el momento.
En este punto, la presidenta en funciones ha sido especialmente clara al reprochar al líder de Vox, Santiago Abascal, y al candidato extremeño Óscar Fernández Calle, la falta de un gesto básico: felicitarla por su victoria. Un detalle simbólico que, para Guardiola, revela una desconexión con la realidad política y con el mandato ciudadano.
Su mensaje final apela a algo más que a la aritmética parlamentaria. Habla de responsabilidad, de altura institucional y de la necesidad de “darse la mano” para que Extremadura siga creciendo. La pelota está ahora en el tejado de Vox. La decisión que tome marcará no solo la investidura, sino el tono político de toda la legislatura.