Aunque el término ‘atracón de alcohol‘ suele asociarse a fiestas, una cena de Acción de Gracias con tres copas de vino y una cerveza también entra en esa categoría. Las autoridades federales de salud definen el consumo excesivo como cuatro o más copas en una ocasión para las mujeres y cinco o más para los hombres. La mayoría sabe que el consumo intensivo, sobre todo si es frecuente, es perjudicial.
Pero surge la duda: ¿sigue siendo arriesgado si solo se bebe en ocasiones aisladas? Para responder, varios expertos en alcohol analizan los posibles efectos a largo plazo.
Según recoge el Diario Las Américas, cuando se consume alcohol, el organismo lo transforma en acetaldehído, una sustancia tóxica capaz de dañar el ADN en distintas partes del cuerpo, como boca, garganta, hígado, colon o senos. Cada reparación de ese ADN puede generar mutaciones cancerígenas, lo que aumenta el riesgo de desarrollar al menos siete tipos de cáncer. Muchos de estos daños requieren años de consumo repetido, explica Denis M. McCarthy, profesor de psicología en la Universidad de Misuri.
Es improbable que una sola noche de excesos provoque una enfermedad como el cáncer, señala el doctor Michael Siegel, profesor de salud pública de la Universidad de Tufts. Sin embargo, casi no existen estudios que analicen los efectos a largo plazo del consumo intensivo ocasional, de modo que no hay certezas. Aun así, el alcohol es adictivo y una noche de copas puede abrir la puerta a consumir con más frecuencia, lo que sí eleva el riesgo, añade Siegel.
Además, sería extremadamente difícil diseñar una investigación que vincule una borrachera aislada con una enfermedad crónica posterior, señala Mariann Piano, profesora emérita de la Universidad de Vanderbilt. Si alguien desarrolla un cáncer años después, no existe forma de relacionarlo con una fiesta concreta.
En el corto plazo, los atracones ocasionales también tienen consecuencias. Entre ellas destaca el llamado síndrome del corazón festivo, cada vez más habitual en invierno. Ocurre cuando el alcohol interfiere en las señales eléctricas del corazón y provoca fibrilación auricular, explica Piano. Esto aumenta el riesgo de ictus o insuficiencia cardiaca, sobre todo en personas mayores de 65 años o con hipertensión. La mayoría se recupera en 24 horas, pero si el corazón late de forma irregular y se acompaña de dolor en el pecho o mareos, conviene acudir a urgencias.
Aunque el consumo intensivo ocasional también altera la conducta. Los accidentes por conducción bajo los efectos del alcohol aumentan en Navidad y Año Nuevo. En diciembre de 2022, las muertes por este motivo alcanzaron su nivel más alto en 15 años. “Cuando bebes, el órgano que determina si estás incapacitado también está incapacitado”, recuerda McCarthy. El alcohol afecta a la toma de decisiones y puede impedir que la persona note su propio grado de embriaguez.
De cara a las fiestas, los expertos recomiendan beber de manera más consciente. Comer antes ayuda a ralentizar la absorción del alcohol y da tiempo al hígado a procesarlo, señala Piano. Hidratarse entre copa y copa puede reducir la deshidratación y la resaca, además de frenar la ingesta. También conviene ignorar el supuesto “beneficio” del vino tinto. “No importa que sea vino, cerveza o licor”, dice Kara Wiseman, profesora adjunta de epidemiología en la Universidad de Virginia. El cuerpo metaboliza todo alcohol de la misma forma.
Comprender los propios límites también es clave. Quienes beben poco suelen tener menor tolerancia y pueden caer antes en conductas de riesgo, apunta Siegel. Por último, no existen métodos para acelerar la sobriedad. Un café puede despertar, pero no mejora las habilidades motoras ni el juicio. “No existe una ‘píldora de la sobriedad’”, recuerda McCarthy. Solo el tiempo permite que el cuerpo elimine el alcohol.