Cuando la nariz gotea y los estornudos no cesan, es habitual escuchar que la infección de la gripe podría afectar también al estómago. Sin embargo, conviene aclararlo cuanto antes, ya que la gripe no está detrás del malestar digestivo. Conocer la diferencia permite iniciar el tratamiento adecuado y aplicar las medidas de prevención correctas. Para la gripe, la primera protección es la vacuna. Para una infección estomacal, la mejor defensa es el lavado riguroso de manos.
Asimismo, el virus de la gripe no producen trastornos estomacales. Atacan el sistema respiratorio. La confusión surge por el término popular “gripe estomacal”. En realidad, la responsable de causar diarrea, vómitos y calambres es la gastroenteritis viral, una inflamación del estómago y los intestinos provocada por distintos virus.
Según los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. (NIH) en una información recogida por El Excelsior, las principales causas de esta llamada “gripe estomacal” son varias. El norovirus es la más frecuente en personas de todas las edades. El rotavirus es la causa principal en bebés y niños pequeños. Y el contagio suele producirse por contacto con heces o vómito de una persona infectada y los virus pueden sobrevivir durante meses en superficies.
Asimismo, la gastroenteritis viral provoca diarrea y vómitos. Los síntomas aparecen rápido, entre 4 y 48 horas después de la exposición. MedlinePlus menciona síntomas comunes como diarrea acuosa, dolor o calambres abdominales, náuseas y vómitos, y fiebre ocasional. Aunque suele resolverse en pocos días sin tratamiento, la complicación más grave es la deshidratación. Los adultos mayores, las embarazadas y las personas con el sistema inmunitario debilitado corren mayor riesgo.
Aunque la deshidratación debe tomarse en serio. En adultos se manifiesta con sed extrema, boca seca, orina oscura y cansancio. En bebés y niños, con ausencia de pañales mojados durante tres horas o más, boca seca o falta de lágrimas al llorar. Para evitarla es esencial reponer electrolitos y beber abundante líquido. En niños, se recomienda una solución de rehidratación oral específica.
Para reducir el riesgo de gastroenteritis viral, los NIH recomiendan lavarse bien las manos con agua y jabón tras usar el baño, cambiar pañales o manipular alimentos. Si se está enfermo, se debe evitar preparar comida para otros hasta dos días después de que desaparezcan los síntomas. Las superficies expuestas a vómitos o heces deben desinfectarse con una mezcla de cloro y agua. En el caso del rotavirus, existe una vacuna oral infantil que debe iniciarse antes de las 15 semanas y completarse antes de los 8 meses de vida.
Diferenciar la gripe respiratoria de la gastroenteritis intestinal permite aplicar la prevención adecuada. La vacunación es el arma principal contra la influenza, y la higiene y la rehidratación constante son la defensa esencial frente a la gastroenteritis viral.