La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha elevado nuevamente sus previsiones de crecimiento para España, proyectando un aumento del PIB del 2,9% en 2025 y del 2,2% en 2026. Estas cifras suponen un ajuste al alza de tres y dos décimas respecto de los pronósticos anteriores, consolidando la tendencia positiva que ya se había observado en las últimas revisiones del Gobierno español. A largo plazo, la OCDE estima que la economía española se desacelerará de forma gradual, alcanzando un crecimiento del 1,8% en 2027, según el informe anual sobre la economía del país.
El motor principal de este crecimiento seguirá siendo la demanda interna. El consumo privado se verá respaldado por un mercado laboral sólido, un aumento de los ingresos reales y la reducción de la inflación, mientras que la inversión también se beneficiará de menores costes de financiación y de los recursos provenientes del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Sin embargo, la demanda externa se moderará, afectada por la desaceleración de los principales socios comerciales y por los aranceles impuestos por Estados Unidos, aunque la exposición directa de España a estos aranceles es limitada.
La OCDE destaca que, pese a un crecimiento acumulado del PIB per cápita superior al 9% desde 2021, la productividad laboral sigue siendo un desafío y el nivel de renta por habitante aún se mantiene por debajo del de economías similares en Europa. En este contexto, la organización prevé que la tasa de paro se reduzca gradualmente del 10,6% este año al 9,8% en 2027, mientras que la inflación continuará bajando hasta situarse en torno al 1,8% en el mismo período, según Europa Press.
A pesar de las proyecciones positivas, la OCDE advierte de riesgos tanto internos como externos que podrían afectar la trayectoria económica de España. En el plano internacional, la intensificación de tensiones comerciales, los conflictos regionales y la volatilidad de los mercados financieros podrían limitar la demanda de exportaciones, encarecer el crédito y frenar la inversión. A nivel nacional, la fragmentación política y los retrasos en la implementación de reformas estructurales podrían complicar la consolidación fiscal, mientras que la debilidad de la inversión y las limitaciones en la construcción representan obstáculos adicionales.
El informe también alerta sobre los efectos de fenómenos climáticos extremos, como inundaciones, sequías y olas de calor, que podrían afectar la productividad laboral, el sector agrícola y la infraestructura, generando presiones inflacionarias y afectando al turismo y al transporte. En este sentido, la OCDE subraya la importancia de mantener una política fiscal prudente y consolidar la deuda pública, al tiempo que se asegura margen para invertir en crecimiento y enfrentar posibles crisis futuras.
En conjunto, las perspectivas económicas muestran un crecimiento robusto, pero con la necesidad de atender riesgos estructurales y externos para mantener la estabilidad a medio plazo.