Durante la cumbre del G20 celebrada en Johannesburgo, los líderes de las principales economías mundiales alcanzaron una postura común en defensa de la integridad territorial y la soberanía de los Estados. La declaración final incluyó un llamamiento a la paz en Ucrania, aunque evitó mencionar explícitamente a Rusia como responsable del conflicto. El consenso sorprendente reflejó la voluntad del grupo de mantener una línea equilibrada en un escenario internacional polarizado.
El texto contó con el respaldo de la delegación rusa y de países con estrechos vínculos con Moscú, como Arabia Saudí. Paralelamente, una docena de líderes aliados de Ucrania se reunieron para abordar el plan de paz impulsado por Estados Unidos con el objetivo de poner fin a la guerra. El G20 apeló al cumplimiento de la Carta de las Naciones Unidas y pidió evitar el uso de la fuerza para lograr ganancias territoriales, reforzando así el principio de respeto entre naciones.
La declaración también instó a promover relaciones amistosas y respeto a los Derechos Humanos, en una referencia indirecta a Vladimir Putin, ausente en la reunión. Otra ausencia destacada fue la del presidente estadounidense, Donald Trump, quien boicoteó el encuentro alegando una supuesta persecución contra agricultores blancos en Sudáfrica. Como respuesta, el Gobierno sudafricano rechazó estas acusaciones y se negó a entregar el relevo ceremonial de la presidencia del G20 ante la falta de representación de Estados Unidos.
En su comunicado, el G20 condenó el terrorismo y se comprometió a trabajar por una paz justa y duradera en zonas en conflicto como Ucrania, Sudán, la República Democrática del Congo y los territorios palestinos ocupados. El énfasis en la paz como condición para la prosperidad conectó con el discurso reiterado del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aunque Estados Unidos quedó fuera del consenso debido a su ausencia.
La aprobación del documento generó sorpresa debido a las dudas iniciales sobre la posibilidad de un acuerdo, e incluso se temió terminar con una declaración no vinculante. Argentina expresó reservas, especialmente por la ausencia de Estados Unidos y por la inclusión de referencias a Palestina. No obstante, el anuncio oficial del consenso llegó antes de la intervención argentina, lo que confirmó el cierre exitoso del acuerdo pese a las tensiones internas.