Cada vez más jóvenes de la generación Z están rompiendo con la idea tradicional de trabajar sin descanso hasta los 65 años para disfrutar de la jubilación. Ante un futuro incierto y un sistema laboral que no garantiza estabilidad ni pensiones sostenibles, muchos prefieren disfrutar de la vida mientras aún son jóvenes. Así surge la tendencia de la microjubilación, que propone pausas estratégicas a lo largo de la carrera para descansar, viajar o dedicarse a proyectos personales.
El fenómeno, popularizado por las redes sociales, se inspira en el libro La semana laboral de 4 horas de Timothy Ferriss, que plantea priorizar una vida plena frente a una carrera interminable. La precariedad laboral y la incertidumbre económica han reforzado esta filosofía: en Estados Unidos, muchos jubilados deben volver a trabajar por el alto coste de vida, mientras que en España la sostenibilidad del sistema de pensiones preocupa a las nuevas generaciones. En ambos casos, el sueño de descansar al final de la vida laboral parece cada vez más lejano.
Ante esta realidad, los jóvenes han decidido cambiar el modelo. En lugar de un largo maratón de trabajo, optan por esprints con pausas planificadas. Estas microjubilaciones no son simples vacaciones: se trata de dejar el empleo por un tiempo, financiando el descanso con ahorros, para vivir experiencias enriquecedoras o mejorar la salud mental. El objetivo es disfrutar de la vitalidad y la libertad mientras aún se puede, en lugar de esperar a una jubilación incierta.
La flexibilidad del trabajo remoto y los empleos por proyectos ha facilitado este cambio. La generación Z se siente cómoda cambiando de empleo con frecuencia, lo que hace más viable intercalar periodos de descanso. En algunos países, como Australia, ya existen políticas laborales que permiten pausas remuneradas después de varios años de trabajo, algo similar a un permiso parental, pero dedicado al autocuidado.
El bienestar mental y físico es el gran motor de esta tendencia. La OMS ha demostrado que las largas jornadas laborales incrementan significativamente el riesgo de enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Frente a ello, la generación Z prefiere prevenir el agotamiento antes que sufrirlo. Casos como el de Anaïs Felt, una gerente tecnológica que decidió parar tras años de estrés extremo, se han viralizado en redes, mostrando el valor de estas pausas para recuperar la energía y el equilibrio personal, según recoge Xataka.
Sin embargo, la microjubilación no es accesible para todos. Requiere planificación y estabilidad económica previa, algo complicado para quienes lidian con alquileres elevados, salarios bajos y precariedad. La propia Felt advertía: “Si puedes permitírtelo, vale totalmente la pena”. En países como Bélgica, la ley reconoce el derecho a desconectar, pero incluso allí se ha observado que estas pausas pueden afectar la carrera profesional, sobre todo entre los más jóvenes.
En España, donde la edad media de emancipación alcanza los 30,4 años según Eurostat, la microjubilación podría retrasarla aún más. Aunque esta filosofía promueve un enfoque más humano y saludable del trabajo, su éxito dependerá de si las condiciones económicas y laborales permiten a los jóvenes elegir cuándo parar. La generación Z, sin embargo, parece decidida a redefinir el futuro laboral: no quieren vivir para trabajar, sino trabajar para vivir.