La furia de Melissa deja a miles de cubanos sin hogar

Melissa llegó al este de Cuba en la madrugada del miércoles, después de golpear Jamaica como huracán categoría 5

El pescador Alexis Ramos pasó la madrugada intentando proteger su bote en la costa de Santiago de Cuba. Cuando regresó a su hogar, encontró solo escombros. Su casa, la que compartía con su hija y sus dos nietas, quedó hecha pedazos. “No sé qué voy a hacer, todo está carísimo”, confiesa con tristeza. Entre ladrillos, pedazos de concreto y tejas arrancadas, trata de rescatar lo que pueda. Allí vivió toda su juventud y ahora lo ha perdido todo.

Melissa llegó al este de Cuba en la madrugada del miércoles, después de golpear Jamaica como huracán categoría 5. La tormenta dejó calles inundadas, techos volando, árboles arrancados y postes caídos. Muchas zonas aún carecen de electricidad y servicio telefónico. Los hospitales y centros de salud luchan con cortes de energía mientras la escasez de alimentos, combustible y medicinas agrava la situación.

La embajada de Alemania anunció una donación de 330,000 dólares para los damnificados. Noruega, por su parte, aportó 38,000 dólares para combatir enfermedades transmitidas por mosquitos como el dengue y la chikungunya. Mientras tanto, cientos de miles de cubanos permanecen desplazados y muchos no saben cuándo podrán regresar a sus hogares, según ha publicado La Prensa.

Historias de pérdida y resiliencia

A unas calles de la casa de Ramos vive Mariela Reyes, de 55 años. Su techo voló hasta caer en la cuadra siguiente. Con esfuerzo logró salvar su televisor y algunos electrodomésticos en la casa de su hermana. “No es fácil perder todo lo que uno tiene”, comenta con voz apagada.

Vecinos de la ciudad salieron con machetes para despejar calles bloqueadas por árboles arrancados. “Melissa sí que se fajó con los árboles, dejó a Santiago pelada”, dice Ania Domínguez, recordando la vegetación perdida. En los caminos hacia los pueblos costeros, las inundaciones dificultan el paso. En San Miguel de Parada, un granjero perdió a sus ovejas cuando un río crecido las arrastró. Otro hombre avanzaba por el agua empujando a su perro sobre una tabla improvisada mientras su casa apenas se sostenía a sus espaldas.

Melissa no solo ha dejado destrucción física, también ha marcado vidas. Miles de familias enfrentan ahora la incertidumbre. Con calles llenas de escombros y casas derrumbadas, la ciudad intenta recomponerse. Entre la tristeza y la ayuda internacional, los cubanos comienzan el largo camino de reconstruir lo que la furia del huracán les arrebató.