Muchos se preguntan por qué las mujeres suelen vivir más que los hombres. En Estados Unidos, la esperanza de vida femenina alcanza alrededor de 80 años, mientras que los hombres llegan a unos 75. Esta diferencia no depende de dónde vivan, de su nivel económico ni de otras circunstancias externas. De hecho, se observa incluso en otros mamíferos.
“Es un fenómeno presente en todo el mundo, que se mantiene frente a enfermedades, hambrunas o epidemias”, señala la Dra. Dena Dubal, de la Universidad de California en San Francisco. Sin embargo, vivir más no significa necesariamente vivir mejor. Las mujeres suelen enfrentar años de salud más corta en comparación con su longevidad total. Son más frágiles físicamente en la vejez y, tras la menopausia, tienen mayor riesgo de problemas cardiovasculares y Alzheimer, según explica Bérénice Benayoun, de la Escuela de Gerontología Leonard Davis.
Los científicos buscan entender estas diferencias para poder mejorar la salud de ambos sexos. “Si entendemos qué hace que un sexo sea más resiliente, podremos desarrollar terapias que beneficien a todos”, comenta la Dra. Dubal.
Las razones detrás de esta brecha son complejas. Una línea de investigación apunta a los cromosomas sexuales. Las mujeres tienen dos cromosomas X, mientras que los hombres tienen uno X y uno Y. Estudios con ratones muestran que aquellos con dos X viven más tiempo, incluso si tienen órganos reproductivos masculinos. “Parece que el segundo cromosoma X protege de morir antes, como si fuera una pizca de la fuente de la juventud”, dice el Dr. Dubal. Aunque aún no se ha estudiado a fondo en humanos, los científicos creen que los resultados podrían ser similares.
Además, las hormonas juegan un papel importante. El estrógeno, predominante en mujeres antes de la menopausia, fortalece el sistema inmunológico. Esto hace que las mujeres respondan mejor a infecciones, mientras que los hombres tienen más probabilidades de sufrir sepsis y otros problemas graves.
Factores ambientales y de estilo de vida también influyen. Elementos como el estrés, la dieta y el entorno pueden modificar la expresión de los genes y, con ello, la longevidad. Esto explica por qué la brecha entre hombres y mujeres puede variar de un lugar a otro.
En resumen, vivir más no significa vivir mejor, pero sí refleja una combinación de genética, hormonas y ambiente. Cada avance en este campo ayuda a comprender cómo podemos mejorar la salud y la vida de todos, sin importar el sexo.