El caso de Beatriz Guijarro, la joven de 29 años desaparecida en la localidad valenciana de Oliva, ha conmocionado a toda la comarca de la Safor. Tras 53 días de búsqueda, su cuerpo fue hallado este miércoles completamente calcinado en la montaña de la Creu, junto a su teléfono móvil y una tarjeta de crédito. La joven había sido vista por última vez la madrugada del 9 de agosto, y desde entonces su paradero era un misterio que mantenía en vilo a familiares, amigos y vecinos.
El hallazgo se produjo gracias a dos senderistas que paseaban por una zona boscosa cercana al casco antiguo, que había sufrido un incendio el pasado 4 de septiembre. Los restos fueron identificados mediante un examen odontológico forense, comparando la dentadura de la víctima con informes previos. Sin embargo, las circunstancias de su muerte continúan siendo un enigma para los investigadores.
Según reconstrucción de los hechos, Bea pasó las últimas horas de su vida con su pareja, Juanjo, propietario de un bar en la plaza de San Roque. Ambos fueron captados por cámaras de seguridad caminando juntos alrededor de las 00:30 horas, antes de despedirse. Minutos después, la joven regresó a su casa, se cambió de ropa y volvió a salir rumbo a la vivienda de una prima lejana, con la que la familia tenía escaso contacto. En las grabaciones de otra cámara se la ve caminando con prisa y mirando el teléfono.
La prima declaró que Beatriz no se quedó mucho tiempo porque había quedado con alguien más. Esa persona sería un vecino de Oliva, conocido por sus “trapicheos”, con quien la Guardia Civil ya ha hablado. El hombre aseguró que consumieron cocaína y marihuana juntos dentro de su coche y que luego la dejó a unos 500 metros de la montaña de la Creu, justo donde después aparecerían sus restos. Desde ese momento, el rastro de Beatriz se perdió por completo.
La principal hipótesis policial apunta a que la joven pudo haberse desorientado bajo los efectos de las drogas y, tras adentrarse en la montaña, habría sufrido una caída accidental que le costó la vida. Sin embargo, el hecho de que su cuerpo no fuera hallado antes —ni siquiera tras el incendio que arrasó esa misma zona un mes después— mantiene abiertas todas las líneas de investigación.
Por ahora, la Guardia Civil continúa analizando las pruebas para determinar si fue realmente un accidente o si hubo intervención de terceras personas. Las incógnitas siguen abiertas: ¿qué la llevó a salir de casa de madrugada? ¿Por qué se dirigió sola hacia la montaña? ¿Y cómo es posible que su cuerpo no fuera descubierto antes? Mientras la investigación sigue su curso, el caso de Beatriz Guijarro se suma a la lista de desapariciones que han sacudido a la Comunidad Valenciana.