«Estoy hasta las narices de todos nosotros»

17 de septiembre de 2025
3 minutos de lectura
"Estoy hasta las narices de todos nosotros"
Imagen del primer presidente de la Primera República española, Estanislao Figueras. /FI

Esta frase de Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera República, fue la antesala de una dimisión de facto, la más abrupta y sincera de la política española

El 9 de junio de 1873, Estanislao Figueras, primer presidente de la Primera República, se levantó de la mesa del Consejo de Ministros, cerró la carpeta y dejó caer una frase que aún hoy parece escrita para nosotros: Señores, estoy hasta las narices todos nosotros”. No fue un desliz, sino un acto de sinceridad brutal que lo llevó directamente a la posteridad.

Tras pronunciar aquella célebre frase, Estanislao Figueras tomó una decisión radical: abandonó la reunión, se marchó a su casa y al día siguiente se fue a Francia sin avisar a nadie, dejando literalmente acéfalo al Gobierno de la Primera República.

La situación era de caos absoluto: divisiones internas entre republicanos federales y unitarios, insurrecciones cantonales, crisis económica, tensiones militares… Figueras, agotado y sin apoyos, prefirió retirarse antes que seguir en aquel mar de conflictos.

Su marcha forzó a que el Congreso eligiera rápidamente un sustituto. En resumen: la frase no fue solo un exabrupto; fue la antesala de una dimisión de facto, la más abrupta y sincera de la política española.

Siglo y medio después…

Lo inquietante es que siglo y medio después, aquel exabrupto sigue describiendo con precisión quirúrgica el sentir de muchos ciudadanos frente a la política española: vacía de soluciones, llena de ruido. La consecuencia de esta forma de política es el agotamiento de la ciudadanía.

La neurociencia explica este hartazgo con notable claridad. El psicólogo Daniel Levitin advierte que la sobrecarga de información desgasta la corteza prefrontal, la parte del cerebro que usamos para decidir con calma. Y Martin Seligman, padre de la psicología positiva, lo describió como “indefensión aprendida”: cuando sentimos que nada de lo que hagamos cambia las cosas, acabamos resignándonos.

La política convertida en ring televisivo multiplica este efecto. Cada insulto parlamentario activa el sesgo de negatividad, ya que el cerebro siempre recuerda mejor lo que indigna que lo que ilusiona,  y el resultado es un ciudadano exhausto, que desconecta para proteger su salud mental.

A este respecto, la antropología también tiene algo que decir. Robin Dunbar demostró que los humanos podemos gestionar emocionalmente grupos de hasta 150 personas; más allá de ese número necesitamos símbolos, banderas, relatos. Así funcionan los partidos: como tribus modernas.

El problema es que, en lugar de discutir problemas concretos, refuerzan identidades. “Nosotros” contra “ellos”. Y cuando la política se reduce a eso, la cooperación se evapora. No sorprende que el ciudadano termine como Figueras: harto no de un bando, sino de todos.

Elefantes emocionales

Jonathan Haidt, psicólogo social, ha descrito cómo en política somos “elefantes emocionales con un jinete racional que llega siempre tarde”. El político que grita más fuerte acapara atención, aunque no aporte nada. La política como espectáculo: mucha adrenalina, pocas soluciones.

Lo vemos hoy a diario en cualquier escenario promovido por los políticos de uno y otro bando. Pero quizá esta cuestión se palpó con mayor claridad aún si cabe durante la gestión de la terrible Dana que asoló Valencia el pasado año o de los  espantosos incendios forestales de este verano: unos y otros se lanzaron entonces y continúan haciéndolo hoy multitud de reproches mutuos mientras los ciudadanos esperan ayuda real. Se tiran los trastos a la cabeza sin aportar nada concreto, como si la gestión de emergencias fuese un episodio más del teatro parlamentario.

En términos bioquímicos la cosa es peor. La crispación permanente dispara el cortisol, hormona del estrés, y reduce la dopamina, el neurotransmisor que nos da motivación. Dicho en román paladino: la política crispada no solo decepciona, también enferma.

La democracia nació como promesa de palabra compartida. Adolfo Suárez, quizá el mejor político de nuestra historia reciente, lo entendió: “La política es la consecuencia, en una democracia, del entendimiento y de la palabra”, decía. Suárez tuvo la rara virtud de escuchar incluso a quienes no pensaban como él. Quizá por eso, en medio de la Transición, logró que los ciudadanos creyeran en un proyecto común.

Debate de ‘zapping’

Hoy su frase suena irónica, casi ingenua, frente a un debate político que parece diseñado para el ‘zapping’. Como si en vez de construir país, los líderes compitieran en un concurso de ingeniosidades agraviantes.

La psicología, la antropología y la neurociencia nos confirman lo evidente: estamos exhaustos. Pero quizá lo más saludable sea rescatar la actitud de Estanislao Figueras. Él, al menos, tuvo la honestidad de reconocer su hartazgo.

Tal vez ese sea el único acto político que todavía inspira confianza: admitir que, antes de estar cansados de los demás, deberíamos empezar por estar cansados de nosotros mismos. A partir de ahí, con menos ruido y más palabra, quizá aún quede espacio para volver a ilusionarse.

* Javier Castejón es médico y escritor

No olvides...

Muere Robert Redford, uno de los más grandes de la historia del cine

Muere Robert Redford, uno de los más grandes de la historia del cine

El actor de 89 años, ganador de tres Oscar, ha fallecido mientras dormía en su rancho de Utah…
Clamor para que el fiscal general no acuida junto al Rey a la apertura del Año Judicial

El procesado fiscal general desoye el clamor para que no acuda a la apertura del Año Judicial por respeto al Rey y a la justicia

Asociaciones sostienen que sentar junto al monarca a una persona que está procesada "es un hecho insólito" que constituye "un…

Trump y Putin se reencuentran en Alaska sin avances concretos sobre Ucrania: «Queremos una solución a largo plazo»

Los dos líderes coinciden en que la reunión ha sido "muy productiva" y dejan la puerta abierta a un segundo…

Julio da paso a un agosto de calor intenso con temperaturas hasta 10ºC más altas de lo normal en buena parte del país

El calor volverá a ser protagonista a partir del domingo, con máximas de 40°C en el sur y hasta 42°C…