La inteligencia artificial revoluciona la forma de medir y tratar el dolor crónico

11 de julio de 2025
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Dolor crónico. | Fuente: Canva.

La IA emplea señales como la expresión facial, la frecuencia cardíaca o el tono de voz para evaluar el dolor de forma más fiable

La inteligencia artificial (IA) está transformando la manera en la que se evalúa y trata el dolor crónico, permitiendo una medición más objetiva y precisa. Gracias a su capacidad para analizar datos fisiológicos y patrones de comportamiento, la IA ayuda a personalizar los tratamientos y a reducir el sufrimiento de los pacientes. Así lo han destacado los expertos reunidos en un curso organizado por la Sociedad Española del Dolor (SED), celebrado en la Universidad de Santiago de Compostela.

Gustavo Fabregat, anestesiólogo y director del curso, explicó que los métodos tradicionales para medir el dolor dependen de la percepción del propio paciente, lo que puede dar lugar a resultados subjetivos e inconsistentes. Frente a esto, la IA emplea señales como la expresión facial, la frecuencia cardíaca o el tono de voz para evaluar el dolor de forma más fiable, beneficiando especialmente a los más de nueve millones de personas con dolor crónico en España, según datos del Barómetro del Dolor.

Técnicas como el machine learning (aprendizaje automático) o el procesamiento del lenguaje natural permiten analizar grandes volúmenes de información sobre el dolor, detectar patrones y predecir su evolución. Estas herramientas ayudan tanto a profesionales médicos como a los propios pacientes a gestionar mejor los síntomas y tomar decisiones terapéuticas más acertadas, según recoge un estudio de la revista Innovation in Aging.

Otra línea de investigación, publicada en el Journal of Personalized Medicine, muestra que los algoritmos de IA pueden evaluar señales físicas como el ritmo cardíaco mediante dispositivos portátiles —como relojes o pulseras inteligentes— o analizar el rostro del paciente con sistemas de reconocimiento facial. Este enfoque es especialmente útil para personas con dificultades para expresar su dolor, como pacientes con demencias u otras enfermedades graves.

En el curso también se habló del papel de los wearables (dispositivos portátiles) en el seguimiento continuo del dolor. Aunque aún no están generalizados en la práctica clínica, tienen un gran potencial para ofrecer información en tiempo real sobre el estado del paciente, lo que facilita el ajuste de tratamientos y mejora la adherencia terapéutica.

«Gracias a estos sistemas, podemos saber si un fármaco está funcionando o si ha dejado de tomarse. Además, permiten ofrecer al paciente información clara y objetiva sobre su evolución», explicó Xoán Miguéns, médico rehabilitador y secretario del curso. Este tipo de avances tecnológicos promete mejorar significativamente la calidad de vida de quienes viven con dolor crónico.

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