La paz por lograr

1 de julio de 2025
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Visto a futuro, la posibilidad de detener este espiral de movimientos bélicos es con un acuerdo entre Washington y Moscú. Ni el Vaticano, ni la Unión Europea ni las Naciones Unidas pueden suplantar a este dúo que hoy como ayer dirigen el mundo

CARLOS A. ROMERO

Se quedaron cortos los análisis que predicaron que el año 2025 sería un momento positivo en la dinámica internacional. Todo lo contrario. Los indicadores económicos demuestran que habrá un pírrico crecimiento y que aumentarán el desempleo y la pobreza. De igual manera las noticias geopolíticas anuncian tempestades, en el marco de un crecimiento exponencial de los conflictos mundiales.

Día a día se llenan las estaciones de radio, la televisión, Internet, las redes sociales de malas noticias, acompañadas con un testimonio gráfico desolador que muestra in situ los horrores de una humanidad sangrienta y desolada.

En este contexto, los campeones de la paz deben estar reflexionando sobre lo difícil que es evitar los contratiempos bélicos. Al menos se tienen cuatro espacios que son objeto de atención: el conflicto entre Hamas, Hezbóla e Israel, de Israel con Irán, de Ucrania con Rusia y del Sahel en el corazón de África. Esto va acompañado por una larga lista de desarreglos internos en Estados Unidos, Europa y Argentina basados en reclamaciones sociales.

El panorama mundial está lleno de incertidumbres y se observa como desafortunadamente Naciones Unidas ha perdido exponencialmente sus funciones y no ha logrado detener esa onda expansiva que está retando los seguros colocados para detener ese crecimiento de la violencia. ¡Ni el Papa ha podido amortiguar ese ruido!

Pero uno no puede detenerse tan solo en la superficie. Detrás de estos acontecimientos están dos verdades que hay que incluir en el análisis: por una parte, está el peso del armamentismo y por la otra el manejo de los medios. No olvidemos que la industria militar se favorece cuando hay conflictos. La fabricación y tenencia de armas se ha duplicado desde el año pasado, a la par que los drones y otros instrumentos de la cibernética han modernizado el parque bélico.

En cuanto al manejo de los medios hay muy pocos de ellos que alertan sobre los conflictos globales. En su mayoría dan a entender que no es posible detenerlos. Así como hay una industria del armamento hay una industria de la propaganda tendiente a estimular el uso de la fuerza.

Por muchos años se creyó que la paz era el producto del equilibrio del terror. Es decir, del miedo. Si se rompía la paridad nuclear, venía “la muerte después de la muerte”. Se quebró la paridad nuclear y no hubo un encuentro entre Washington y Moscú. Pero la ausencia de esa paridad permitió un torrente de pequeños encuentros locales y regionales. El peligro de la multiplicación de las hostilidades y la compra y venta de armas.

Visto a futuro, la posibilidad de detener este espiral de movimientos bélicos es con un acuerdo entre Washington y Moscú. Ni el Vaticano, ni la Unión Europea ni las Naciones Unidas pueden suplantar a este dúo que hoy como ayer dirigen el mundo.

Mientras tanto, el mundo gira y gira y van creciendo los temores de otra confrontación mundial. Para frenar tales procesos malignos para la paz mundial, se debe presionar a cada una de esas superpotencias y a sus sociedades y pronunciarse en nombre de la paz. No hay otra solución; perdón, ¡sí la hay, pero no la queremos!

*Por su interés reproducimos este artículo de Carlos A. Romero publicado en El Universal.

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