Como en estos tiempos no se puede decir gordo o gorda más que cuando se habla de loterías, en Veraluz se acuñó el término de “controlada abundancia” cuando había que referirse a alguien entrado en carnes y salido de almas. Porque, si de gorduras se trata, las arrogancias, falsedades, embrollos, estafas y demás beatitudes son “salidas” dolorosas que se escapan a la definición y afectan mucho más a los pueblos que el estar rellenito por un tocino de cielo… o de la tierra.
A María, la de la tienda, le habían tocado “los ciegos”, que también es una expresión difícil de traducir a otros idiomas, y decidió una tarde de sábado invitar en el Casino, a los que quisieran, a chocolate con churros. Fue medio pueblo a festejar aquello entre algarabías y enhorabuenas. Y ¡oh casualidad! se encontraba en Veraluz la aspirante de su partido a las Autonómicas. Llegó risueña y seductora en busca de su taza, pero llenaron de chocolate su vestido y su palabra al grito de ¡mentirosa, mentirosa!…
Y es que hay patrañas tan gordas que, ni aun llamándolas “abundancias controladas”, pueden pasar desapercibidas.
Pedro Villarejo