Aunque la maternidad suele mostrarse como un periodo lleno de alegría y plenitud, la realidad para muchas mujeres es bastante diferente. En Chile, casi una de cada diez madres recientes ha sido diagnosticada con depresión posparto, pero no todas logran acceder a un tratamiento adecuado para sobrellevar esta etapa, informa El Mostrador.
Durante el embarazo, las transformaciones que atraviesan las mujeres no son solo físicas. Cambios hormonales profundos, exigencias sociales y la presión por cumplir con una imagen idealizada de madre perfecta pueden afectar significativamente la salud mental de quienes gestan. La psicóloga Daniela Toro, del Centro Clínico del Ánimo y Ansiedad, enfatiza que el cuerpo femenino pasa de ser propio a convertirse en el hogar de otra vida, lo que genera una carga emocional y biológica considerable.
Diversos estudios indican que entre el 41% y el 44% de las mujeres embarazadas presentan síntomas de ansiedad, mientras que hasta un 21% desarrolla depresión posparto. Estos trastornos pueden agravarse con factores como la falta de sueño, el cansancio extremo, la lactancia y el cuidado constante del recién nacido.
Las exigencias tras el parto, muchas veces invisibilizadas, profundizan aún más esta situación. La falta de una red de apoyo emocional o profesional puede convertirse en un factor de riesgo importante. A ello se suma la presión cultural de mostrarse siempre disponible y feliz, lo que genera sentimientos de culpa o insuficiencia en muchas madres.
Según datos de la Encuesta Nacional de Salud, Sexualidad y Género, apenas el 60% de las mujeres diagnosticadas con depresión posparto en Chile ha recibido atención profesional. Esta cifra da cuenta de una brecha preocupante en el sistema de salud que aún no logra responder con eficacia a las necesidades psicológicas del período perinatal.
Para la especialista, es urgente cambiar el enfoque social sobre la maternidad. “Hay que validar todas las emociones que surgen en esta etapa. No se trata de romantizar ni de dramatizar, sino de reconocer su complejidad y acompañar desde la empatía”, concluye Toro, subrayando la importancia de crear entornos seguros para hablar y sentir sin temor a ser juzgadas.