Una infección bacteriana en la infancia podría explicar el aumento de cáncer colorrectal en menores de 50 años

25 de abril de 2025
2 minutos de lectura
Tumor |Unsplash

Investigadores vinculan la toxina colibactina con mutaciones precoces en el ADN que anticiparían el desarrollo del tumor en jóvenes

El cáncer colorrectal, tradicionalmente asociado al envejecimiento, está incrementando entre menores de 50 años, y ahora la ciencia apunta a un nuevo sospechoso: una bacteria intestinal habitual en la infancia. Un equipo internacional liderado por la Universidad de California en San Diego ha encontrado evidencias de que la exposición temprana a la toxina colibactina podría estar detrás de estas alarmantes cifras.

Publicado en la revista Nature, el estudio ha analizado los genomas de casi mil pacientes de once países. El hallazgo más relevante es que las mutaciones provocadas por la colibactina —una toxina generada por ciertas cepas de Escherichia coli— son 3,3 veces más frecuentes en personas diagnosticadas de cáncer colorrectal antes de los 40 años que en mayores de 70.

“Estas mutaciones dejan una firma genética en el ADN que actúa como una especie de caja negra. Nos indican que la exposición pudo ocurrir en la infancia y haber actuado como detonante del cáncer años después”, explicó Marcos Díaz-Gay, uno de los autores del trabajo y miembro del CNIO.

Los investigadores señalan que la colibactina podría estar provocando daños moleculares en el colon desde edades tempranas, lo que explicaría la aparición de este tipo de tumores en personas jóvenes, incluso en ausencia de antecedentes familiares o factores de riesgo conocidos, según una información publicada en Europa Press.

Cáncer que se gesta en la infancia

El equipo insiste en que la exposición ambiental en la infancia puede marcar el rumbo oncológico del organismo. De hecho, se han detectado patrones específicos de mutaciones vinculadas a esta toxina en países como Brasil, Argentina o Rusia, lo que sugiere que ciertos factores ambientales o alimentarios locales podrían jugar un papel relevante.

Este enfoque representa un cambio de paradigma: «El cáncer ya no es solo una consecuencia del envejecimiento. Puede tener raíces mucho más tempranas, incluso desde la infancia», sostiene Ludmil Alexandrov, autor principal.

El siguiente paso será comprobar si la eliminación temprana de estas bacterias mediante probióticos o terapias dirigidas puede reducir el riesgo. También se están desarrollando pruebas de detección precoz en heces para rastrear mutaciones específicas antes de que aparezcan los síntomas.

Sin embargo, el avance científico está en riesgo. Alexandrov ha alertado de que los recortes en la financiación de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. podrían poner en peligro proyectos como este, que necesitan millones de dólares y cooperación internacional para continuar.

“La investigación que apunta a las causas ambientales y microbianas del cáncer infantil no debería pararse por falta de presupuesto. Estamos hablando de prevenir la enfermedad antes de que empiece”, concluyó el investigador.

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