Según las estadísticas, serían más de dos mil quinientas millones de personas las que festejamos la Pascua de Resurrección de Jesucristo. Por más que nos apretemos y por más sucursales que haya alrededor del mundo, no cabríamos en las tabernas Garibaldi, aunque los que allí toman sus cañitas de cerveza siguen empeñados en que la fe es un timo y, como decía su jefe, “el opio del pueblo”.
De ahí su sano interés en regenerar a dos mil quinientos millones de seres que no pensamos en lo correcto y encima tenemos la osadía de difamar a Marx, Stalin, Lenin… ese ramillete de héroes que les aguardan en el Paraíso para rematar la doctrina que aquí, por descubierta, está sufriendo un desprecio inaceptable.
…Más de dos mil años de Evangelio y los templos llenos, festejando la Pascua. Y las calles a rebosar porque pasan los Cristos de su devoción y las Vírgenes amadas, que acunan en su madera bendita una súplica o una plegaria.
El hecho de que no quepamos todos en los Garibaldi significa una fraterna invitación a que ellos sí caben en nuestras iglesias.
Pedro Villarejo